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RUTA ÑOÑA   1 comment

Un año más, me había prometido a mí mismo no volver a ponerles la cabeza mala con esa cosa que algunos llamamos fase de preparación y otros llaman Ruta Ñ. Un año más voy a incumplir mi promesa aún a sabiendas de que dirán joder, ya está aquí otra vez el plasta éste con la misma canción de todos los veranos. Es más, a sabiendas de que si luego triunfamos (como en 2009, como en 2011, no digamos ya 2015) me lo reprocharán aún más si cabe, ya ves, tanto quejarte y mira luego lo bien que nos ha ido.rutaÑ avion Tienen razón, unos y otros tienen razón, sé bien que ahora mismo debería envainármela y dejar en paz las teclas, sé que me arrepentiré de haberlo escrito como sé también que me arrepentiría si no lo escribiera. Créanme que lo siento en el alma, pero es superior a mis fuerzas.

De entrada, las cartas sobre la mesa: no he visto prácticamente nada de toda esta (presunta) fase de preparación. Mi muy particular Ruta Ñ se limitó casi a lo que no es Ruta Ñ, ya que el único partido que pude ver íntegro fue el que jugamos en Kaunas. Añádanle un cuarto (segundo, por más señas) contra Venezuela y ya tendrán todo lo que he podido ver a nuestra selección en estos días. Y no, no me voy a colgar por ello una medalla ni diré que lo he hecho a modo de protesta ante el nulo interés que suscita etc etc, en realidad es todo muchísimo más simple: estaba de vacaciones, y (por paradójico que resulte) la dura rutina vacacional (playa, piscina, comida, sopor, más playa, tal vez excursión, paseo, cañas, pinchos, cena, más sopor) me resulta mucho más incompatible con la contemplación baloncestera que la laboral (de casa al trabajo, del trabajo a casa). Dicho lo cual, no les negaré que en otras ocasiones aún estando de vacaciones me he buscado la vida para verla, pero en ésta no. Igual que me la busqué para ver (y disfrutar) a la Sub20 me la podría haber buscado para ver a sus mayores, pero reconozco que en este caso me faltó la motivación. Durante los Juegos no tendré ningún reparo en trasnochar (incluso por encima de mis posibilidades) para ver lo que haga falta, durante la preparación no me pidan que altere en absoluto mi rutina. Ya no.

Ahora bien, espero que el hecho de no haberlo visto no me deslegitime para quejarme de ello, que por información no habrá de quedar. Seis partidos, seis (que ya de entrada son menos que otras veces): contra Angola (¿hubo alguna vez una fase de preparación en la que no jugáramos contra Angola?), contra Lituania, otra vez contra Lituania, contra Venezuela, otra vez contra Venezuela…rutaÑ cmf y con (que es que si pongo contra me da la risa) Costa de Marfil. Perdimos dos veces, en y con Lituania, y sobrevivimos a todo lo demás. Es decir, en esta Ruta Ñ (que por fin hace honor a su nombre ya que acaso sea la más ÑOÑA que se recuerda) hemos ganado nada más y nada menos que a Angola (que no estará en los Juegos), Venezuela (por la que tengo muchísimo respeto tras su fenomenal Torneo de las Américas de hace un verano, pero que con una sola vez habría sido más que suficiente) y Costa de Marfil, y con ese imponente bagaje nos vamos a plantar en Rio para enfrentarnos (diez días después del último amistoso, que ésa es otra) a Croacia, y luego a la anfitriona Brasil, a Nigeria, a Lituania (again), a Argentina y a lo que venga, si es que algo ha de venir. Así de entrada a una Croacia que estará aún como una moto tras ganar su Preolímpico llevándose por delante a Italia (en Turín) y Grecia. Palabras mayores. Como para encararlas en paños menores.

Una vez más la FEB ha demostrado con creces aquello de que cualquier cosa aún por muy mal que esté siempre es susceptible de empeorar, ya sea por acción o por omisión. Sí, por omisión, porque la sensación que nos queda desde fuera no es tanto de que se hayan hecho mal las cosas como de que no se han hecho, punto. Primer ejemplo: apenas tres o cuatro días antes de ese último amistoso de Zaragoza aún no se sabía quién habría de ser el rival, supongo que si finalmente engañaron a los costamarfileños debió ser porque Andorra o Liechtenstein ya estarían pillados. Segundo ejemplo: hace días trascendió (creo que fue el propio Pau quien lo dejó caer) que estaban buscando deprisa y corriendo un rival para estos días que aún faltan hasta el inicio de los Juegos, supongo que porque finalmente repararon en que estar semana y media sin jugar ni un solo partido (o casi dos semanas, si no consideráramos como tal el de Costa de Marfil) es una barbaridad a estas alturas. Por ahora no parece que lo hayan encontrado…rutaÑ entradas Y tercer ejemplo: hasta hace apenas unas horas, si pinchabas en la web de la FEB, lo primero que se te aparecía era un monísimo anuncio en el que se leía España, Ruta Ñ 2016 presentada por Endesa, tienes que estar, entradas ya a la venta. ¡¡¡Entradas ya a la venta!!!, meritorio concepto teniendo en cuenta que hacía ya más de 24 horas que había finalizado el último partido de la gira. Acaso hayan inventado una novedosa aplicación que permita viajar hacia atrás en el tiempo, ganas me entraron de pinchar para intentar sacarlas para (por ejemplo) el España-Angola del 12 de julio, ir al partido me daría igual pero si me permitiera iniciar otra vez las vacaciones lo daría todo por bien empleado. O dicho de otra manera, que esa misma FEB que en otro tiempo transmitía sensación de rapiña transmite ahora una incomprensible sensación de abandono. Y no sé qué es peor.

Lo peor es el (aparente) vacío de poder de todos estos meses, con un presidente saliente yéndose discretamente por la puerta de atrás (no fuera a ser que nos acordáramos de las razones que le empujaban a marcharse) sin dejar por ello de tutelar todo el proceso sucesorio como si eso fuera lo único importante. Y con un presidente entrante que lleva apenas dos días como aquel que dice y al que obviamente no se le pueden pedir peras al olmo. El problema es lo que se hizo (o mejor dicho, lo que no se hizo) antes, como si no hubiera nadie al mando, como si hubiéramos cambiado la planificación meramente recaudatoria de otro tiempo por la nula planificación de este 2016. Retales, chapuza y pastiche, remiendos, tapujos y parches, total apariencia de improvisación en medio de una permanente jornada de puertas abiertas (no tanto hacia dentro como hacia fuera), salgo ahora a San Antonio que he quedao, que llaman de Nueva York que a ver si me puedo pasar un segundo, voy un momento a Philadelphia a firmar unos papeles y ahora mismo vuelvo.rutaÑ pauricky Y hoy éste no juega porque tiene aún papeles por arreglar, y ahora aquél tampoco no vaya a ser que se le desarreglen, y Pau que reconoce que no está ni de lejos al cien por cien (¿y cómo habría de estarlo tras tres meses sin jugar, si casi ni ha empezado a calentar siquiera?), la cuestión no es ya que no lo esté Pau (siendo eso lo más grave) como que no lo debe estar ninguno, algo particularmente terrible en una selección cogida con alfileres y en la que los veteranos achacosos no son pocos precisamente. El coño de la Bernarda, si alguna lectora con ese nombre tuviera a bien pasarse por aquí ruego tenga la amabilidad de disculparme la expresión.

Y veteranos por veteranos, resulta especialmente estremecedora en estos días la comparación con Argentina. En todos los sentidos, además. Estos Juegos habrán de significar la despedida de las dos generaciones que han marcado el baloncesto mundial (USA aparte) durante la primera década y media del presente siglo, pero mientras Argentina no cesa de rendir pleitesía por activa y por pasiva a lo que aún queda de su Generación Dorada (Ginóbili, Scola, Nocioni) nosotros parecemos casi avergonzarnos de lo que aún queda de la nuestra (Pau, Navarro, Calderón, Felipe) como si la despedida por la puerta de atrás fuera la imagen de marca de esta FEB, si así lo tuvo que hacer su presidente que lo hagan también así sus jugadores más emblemáticos no vaya a ser que alguien piense que fueron más importantes que el Sumo Hacedor, hasta ahí podíamos llegar. Y en lo que respecta a la preparación en sí tampoco hay color, echen un vistazo a lo que aún está jugando Argentina en estos días (en casa, sí… pero es que esta vez tendrán los Juegos en la casa de al lado), compárenlo con lo que hemos jugado (ya hace días) nosotros y díganme si no se les cae el alma a los pies a la vista de dicha comparación (que es sólo un ejeriogruposmplo, que cualquier otra comparación con cualquier otra selección no sería menos odiosa: Francia, Serbia, Croacia o Lituania también andan jugando estos días por el Cono Sur mientras nosotros nos dedicamos a la vida contemplativa). Qué envidia. Sana, sí, pero envidia al fin y al cabo.

Rentabilidades pasadas no garantizan rentabilidades futuras. Que en similares circunstancias se nos haya aparecido alguna vez la virgen (hace un año en forma de tiro libre fallado por Schröder, sin ir más lejos) no significa que se nos vaya a aparecer siempre. Nos hemos especializado en jugar con fuego, en tirar la gira a la basura para que la primera fase de competición sea nuestra verdadera fase de preparación, que hasta ahora hayamos sobrevivido (y hasta hayamos salido reforzados del trance, en aplicación de aquella vieja máxima de que lo que no te mata te hace más fuerte) no significa que siempre vaya a ser así. Permítanme recordarles que el grupo es tremendo (y cómo no habría de serlo, tratándose de unos Juegos), que si la cagamos el primer día ante Croacia y luego ante la anfitriona Brasil (escenario perfectamente plausible) nos veremos abocados a jugárnosla ante Lituania y Argentina (y pocas cosas más terribles que un duelo a vida o muerte con Argentina), palabras mayores. Y que de seis pasan cuatro, sí, pero que pasar como cuarto es poco menos que un pasaporte a la eliminación porque lo normal es que te esté esperando USA al otro lado. Circunstancias durísimas, que requerían una preparación acorde a dichas circunstancias y no este destensado paripé de brazos caídos y rivales inexistentes. Nos hemos especializado en jugar con fuego, pero de tanto hacerlo llegará tarde o temprano el día en que nos acabemos quemando. Y no sé yo si esta vez no se nos ha ido un poco la mano con la llama.

UN MAL DÍA   Leave a comment

Hace poco más de nueve meses intenté engañarme a mí mismo. Hace poco más de nueve meses, cuando era aún un poco más joven (o menos viejo) y un poco más gilipollas (incluso) que ahora, intenté automotivarme (y lo que es peor, motivarles también a ustedes) de cara al curso ACB que se nos avecinaba. Me sobran los motivos, titulé, como queriendo decir que por muy mal que estuvieran las cosas (que lo estaban) y por muchos que fueran los problemas (que lo eran), había también elementos positivos más que suficientes como para ilusionarnos con una temporada maravillosa. Y hasta encontré no una ni dos sino hasta 35 (¡¡¡treinta y cinco!!!) razones, y probablemente no convencí a nadie (que el poder de convicción nunca fue mi fuerte) pero yo sí que casi acabé creyéndomelo, por qué no, si al fin y al cabo era nuestra Liga, puede que ya no fuera (ni de lejos) la mejor liga del mundo después de la NBA (hoy da hasta risa recordar aquel manido lugar común) pero cómo no darle al menos otra nueva oportunidad…

Hasta aquí. Nueve meses después me arrepiento profundamente de haber escrito aquello, será quizás que hoy tengo un mal día (lo tengo). Quién sabe, lo mismo cuando esté a punto de empezar la temporada 2016/2017 vuelvo a encontrar elementos positivos por todas partes pero a día de hoy miro a mi alrededor y sólo encuentro mierda, con perdón. Miro a mi alrededor y veo una Liga que desafía las más elementales leyes de la física, una Liga en la que los que bajan no descienden y los que suben no ascienden,AsambleaACB me dirán que siendo estudiantil debería estar tan contento pero es justo al revés, otro año más se me caerá el alma a los pies cada vez que me recuerden (y si nadie me lo recuerda ya me lo recordaré yo solo) que los míos no están donde merecen estar sino donde les han regalado estar. Seré un ingenuo (así me va), pero si soy de un equipo lo soy entre otras cosas para poderme sentir orgulloso de él. Si en vez de enorgullecerme tengo que avergonzarme ante el hecho evidente de que no juegue donde le corresponde, para eso casi prefiero no ser de ese equipo.

Una Liga que ante la imposibilidad de ofrecer ascensos en directo (canon mediante) creyó haber inventado el ascenso en diferido, así se lo vendieron hace doce meses a Ourense, un sí pero no (o un no pero sí), tomaros un año para ver si eso y luego ya si eso pues eso, y los pobres fueron y se lo creyeron como se lo habrán creído también esta misma temporada Palencia y Melilla, a ver qué iban a hacer las criaturas, si te dan a escoger entre caer al vacío o agarrarte a un clavo ardiendo normalmente escoges la segunda opción, tanto dará porque en cuanto te abrases las manos te acabarás cayendo también. Sí, creímos que habían inventado el ascenso en diferido cuando en realidad se trataba de un ascenso en diferido en forma de simulación, como los finiquitos de Mari Cospe: este año no subes pero te reservamos la plaza para el año que viene, fíjate si te la reservamos que ni tendrás que pelearla siquiera, total para que cuando llegue el momento tú solito te des cuenta de que sigues sin poder subir. No querías caldo, pues toma, dos tazas. Encima recochineo.

Una liga en la que hasta a los grandes (sí, a los grandes, y no digamos ya a los que aparentan serlo) se les van las estrellas, (Chacho, Satoransky, Bourousis, Kuzminskas, Mike James, veremos si Ayón, tantos otros), a los medianos y a los pequeños ya no es tanto que se les vayan las estrellas (si las hubiere) como que se les va la vida. Incluso aquellos que bajan pero no descienden (o viceversa) a veces también se acaban cayendo por su propio peso (véase GBC), como para corroborar aquella ley de Murphy (o de quien fuera) que asegura que cualquier cosa aún por muy mal que esté siempre es susceptible de empeorar. Hoy nos amenazan con otra liga impar pero no teman por ello porque el día menos pensado puede volver a ser par porque se muera el Caha (o sea el CB Sevilla), zeus no lo quiera; o porque se nos muera cualquier otro: hace apenas unos días celebrábamos la enésima ¿salvación? (sobre la bocina) del Bilbao Basket gracias a la enésima inyección de dinero público, mandagüevos, para que a la lógica alegría de seguir contando con tan imprescindible institución se le superponga la mala leche de que dicha salvación la hayamos pagado (en cierto modo) usted y yo, y todos.garbajosa saez Es decir, con el dinero de nuestros impuestos, justo esos mismos impuestos que a veces también se olvidan de pagar nuestros equipos ACB, revisen la lista de morosos de la Agencia Tributaria si les queda alguna duda. Y no, no escurro el bulto, otra vez mis colores en lo más alto de la tabla (de esta tabla), para que esa grieta entre el orgullo y la vergüenza de la que les hablaba hace dos párrafos se me haga más grande todavía.

Una Liga que es fiel reflejo del baloncesto que le rodea, a la misma hora que cayó GBC cayó también Araberri en LEB Oro, cayó también Navarra en LEB plata (ya ven qué mañana tan bien aprovechada), en LEB Bronce ya no cayó nadie porque hace años que no existe, en Liga Femenina mejor no entraré en detalle no vaya a ser que se me salten las lágrimas. Hace pocas fechas la FEB se vio en la tesitura de tener que elegir presidente (mientras el anterior hacía mutis discretamente por la puerta de atrás, no fuera a ser que algún medio no afín se acordara de repente de las razones que propiciaban su marcha) y ni que decir tiene que (como en tantas otras ocasiones en este país) optó por el continuismo y el miedo al cambio, personificado esta vez en la figura de Don Jorge Garbajosa. No teman, no le crucificaré antes de tiempo (ni después, ya que no suelo ser de crucificar a nadie), no me sumaré al mayoritario linchamiento al que hemos asistido en estos días; por el tremendo respeto que le tengo (fruto de su enorme trayectoria como jugador) y porque aunque no se lo tuviera creo que bien merece el beneficio de la duda, como todo el mundo en realidad. Pero eso sí, me permitiré hacerle desde aquí una pequeña sugerencia, aún a sabiendas de que caerá en saco roto: sea usted todo lo continuista que quiera en lo tocante a las selecciones, en lo tocante incluso a las rutas eñe (cielo santo, jamás pensé que diría esto), pero en lo tocante a las ligas que aún están bajo su jurisdicción olvídese del continuismo, sea más bien rompedor a ser posible: que hemos llegado a un punto en el que no basta ya con poner parches, que hay que operar, que nuestro baloncesto de clubes está pidiendo a grito pelado que alguien le dé la vuelta como a un calcetín. Escuche a quien sepa (no es mi caso), tome nota y haga algo, lo que sea pero algo. Seguir muriéndonos lentamente no es, no debería ser una opción.

Una Liga (vuelvo a la ACB) de mentira, una liga (de la marmota) en la que hasta los niños de teta saben ya en julio qué dos equipos jugarán la final en junio, tanto dará que una vez más nos engañemos a nosotros mismos en noviembre con la buena pinta que este año tiene éste o aquél. Una Liga que ya ni siquiera clasifica (ni por activa ni por pasiva) para la primera competición continental, una Liga que acaso sí clasifique para la segunda pero tampoco se fíen mucho, es tal la inconsistencia de dicha competición que en cuanto se descuida se le caen media docena de equipos (incluso al día siguiente de sortear los grupos) como para certificar que en todas partes cuecen las mismas habas. Y todo ello con la FIBA ahí detrás, aparentemente (sólo aparentemente) retirada a sus cuarteles de invierno pero dispuesta a recurrir de nuevo a su estrategia natural, el porculismo. No tardará en hacerlo, piensen que aún sigue publicitando esas ventanitas clasificatorias para el Mundobasket 2019 al más puro estilo FIFA,orquesta titanic ésas que habrán de hacer añicos las ligas nacionales y/o continentales a partir de noviembre de 2017. La amenaza del cisma en nuestro baloncesto no ha desaparecido, más bien al contrario, está más viva que nunca. Simplemente permanece agazapada, a la espera de que se le presente su oportunidad.

Entre todos la mataron y ella sola se murió, frase hecha que suelo utilizar demasiado a menudo pero que refleja perfectamente lo que estamos viviendo, lo que estamos muriendo. Mires hacia donde mires (excepto a USA, claro está, que allí siguen atando a los perros con longaniza) sólo ves vías de agua, vías de agua por doquier, resulta ya más que evidente a estas alturas que el barco se hunde pero no hay problema, somos como la orquesta del Titanic, hacemos como que no pasa nada, seguimos tocando aunque estemos ya por debajo de la línea de flotación, seguiremos tocando aunque estemos con el agua al cuello, el día menos pensado nos ahogaremos y no sabremos ni cómo ni por qué. Deberíamos arrojarnos por la borda antes de que sea demasiado tarde pero no lo haremos, no tenemos remedio. Lo siento, tengo un mal día, ya se lo dije, no descarten que en otra ocasión (otro mes, otro año, otra vida) vuelva a verlo todo de color de rosa, vuelva a venderles las supuestas bondades de la ACB (y si así lo hiciera, por favor, no me lo tengan en cuenta) o de qué sé yo qué otra competición. Hoy no.

Publicado julio 13, 2016 por zaid en ACB

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ESCARIOLEANDO   1 comment

Dicen que segundas partes nunca fueron buenas, puede parecer una frase hecha (lo es, de hecho) pero por desgracia suele ser verdad, no tienen más que mirar a su alrededor (en el deporte, en la política, en el cine o en la vida) para encontrar múltiples ejemplos, que la segunda parte de El Padrino fuera buena es sólo la excepción que confirma la regla. Repetir una experiencia que funcionó cuando ya no se dan (ni de lejos) las circunstancias que la hicieron funcionar no suele ser una buena idea. Y sin embargo caemos en ello cada dos por tres…

Habemus Scariolo, sí, Scariolo dos punto cero como si dijéramos. La primera reflexión (o similar) que se me viene a la cabeza es que (puestos a seguir con el refranero) para este viaje no hacían falta alforjas. Para acabar nombrando como seleccionador al que siempre sospechamos que nombrarían no hacía falta marear la perdiz durante ocho meses, ocho (8), que se dice pronto.españascariolo Aún estaba caliente la silla de Orenga, aún nos duraba la amargura tras la cagada mundialista y ya el nombre de Scariolo se disparaba en todas las quinielas, como si fuera lo más obvio (que lo era), como si casi no hubiera ninguna otra opción. Bien pudo llegarse a un acuerdo a la semana o al mes, bien pudo Sáez tomarse su tiempo (de tantas veces como nos dijo que en estos asuntos no había que precipitarse, que se requería una reflexión sosegada, que no había que tomarse estas cosas a la ligera) y nombrarle tres o cuatro meses después, enero, febrero, qué sé yo. Pero no, nos llenaron la cabeza con que si estaban esperando a que cierto club cesara a Fulanito para poder nombrarlo, con que si estaban esperando a que se cambiara la normativa ACB para poder nombrar a Menganito… Ni que decir tiene que no sucedió ni lo uno ni lo otro, ni Fulanito ni Menganito ni Zutanito, habemus Scariolo 2.0, ya saben, aquello de lo (presuntamente) malo conocido y lo (presuntamente) bueno por conocer. Lo del viaje y las alforjas. Ocho meses de viaje echados a perder.

Scariolo (para mi gusto) tiene virtudes y defectos, como todo el mundo. Empezaré por las virtudes, que es más fácil. Básicamente, una: que es un entrenador. Como lo oyen (como lo leen, más bien), Sergio Scariolo es un entrenador de baloncesto. Créanme que no es poca cosa viniendo de donde venimos. Sergio Scariolo no ha entrenado cuatro días sino unos cuantos años, no ha ejercido a la vuelta de la esquina sino en un montón de plazas a cuál más difícil, no ha dirigido a una panda de críos sino a manadas de tíos hechos y derechos y con pelos en los pechos y en otros sitios. Podrá entregarse a la inacción, dejarse ir, tragar con lo que le impongan, aceptar incluso la autogestión, todo eso y más, pero si en un momento dado se ve con el agua al cuello será capaz también de tomar alguna iniciativa, qué sé yo, cualquier cosa, quitar una individual y poner una zona, quitar un Gasol y poner un Felipe, lo que sea menester. No le temblará el pulso porque lleva haciéndolo toda la vida, podrá acertar o podrá equivocarse (y asumirlo) pero nadie le podrá echar en cara no haberlo intentado, nadie le reprochará nunca haberse quedado con los brazos cruzados, incapaz de tomar ninguna decisión (lo cual también es en cierto modo una decisión). Repito, no es poca cosa viniendo de donde venimos.

Pero me pueden los (que a mí me parecen) defectos. Yo hasta hablaría de dos escariolos, el anterior y el posterior a aquel motín de Turquía 2009, o bien si así lo prefieren (y por simplificar mucho las cosas) el Scariolo de club y el de selección. El primero nunca fue santo de mi devoción (lo cual no es problema suyo sino mío, que soy de devoción difícil): estructurado hasta la náusea, cuadriculado en sus planteamientos hasta decir basta según cuentan muchos que trabajaron con/para él, tipos como Erazem Lorbek, Germán Gabriel, Pepe Sánchez, Walter Herrmann o incluso el mismísimo Alberto Herreros probablemente podrían contar unas cuantas historias al respecto. Scariolo (recuerden, el Scariolo pre-2009 o Scariolo de club, supongo que el milanista y el baskonista también podrían encuadrarse en esta categoría aunque sean posteriores) es de ese tipo de entrenadores que tienen tan clara su idea de baloncesto que es el baloncesto el que tiene que adecuarse a su idea, nunca al revés.españascariolo2 Filosofía messiniana, ya saben, éste y sólo éste es el cesto que yo tengo en la cabeza, tanto me dará que los mimbres de que dispongo me aconsejen otro cesto completamente distinto, si tengo que retorcerlos los retuerzo, si tengo que romperlos los rompo, si aún así no me sirven los tiro y ya buscaré otros que se adecuen a mi cesto, cualquier cosa menos pensar en otro cesto. No me gusta la rigidez excesiva, ni en el baloncesto ni (aún menos) en la vida, lo siento.

Pero con gustarme poco este Scariolo, el otro (el que salió del motín de 2009) me gusta aún menos… si bien de este modelo no tiene él la culpa. Scariolo asumió (a la fuerza ahorcan) que a esta generación de purasangres no se le podía domesticar, renunció a sus principios, aflojó las riendas y dejó que trotaran libremente por la pradera. La cosa funcionó, qué duda cabe. Se ganó aquel oro de 2009, se ganó aún más brillantemente el de 2011, se ganó la plata olímpica de 2012 (con alguna sombra, como aquel tanking a la española ante Brasil), los jugadores hicieron lo que les vino en gana, él cumplió su papel y todos fuimos felices y comimos perdices. Para que esta propuesta autogestionaria funcione básicamente hacen falta dos cosas, unos jugadores que sean la hostia de buenos y un buen rollito del copón. Mientras se cumplieron ambas premisas todo fue como la seda pero sucede que hoy ya estamos en 2015, puede que el buen rollito lo sigan teniendo (unos más y otros menos, es ley de vida), puede que el talento también siga ahí pero los cuerpos ya no son ni serán nunca lo que fueron. Y es justo entonces, cuando falla alguno de los ingredientes (o aunque no falle) cuando se necesita la figura de un entrenador. Entre el técnico fiscalizador hasta la náusea y el contemplativo hasta el hartazgo debería existir un término medio, miles de términos medios. Pero acaso sea ya demasiado tarde para eso.

De todo lo anterior podría deducirse que no trago a Scariolo pero nada más lejos de la realidad, de hecho creo que soy bastante menos anti-Scariolo que la mayoría de los (amigos, conocidos, lectores, tuiteros) que me rodean. Me cae bien, de hecho. Creo que es un sujeto que gana bastante en las distancias cortas, de lejos transmite antipatía y un puntito de soberbia pero de cerca (en entrevistas o comentarios televisivos, que es todo lo cerca que puedo llegar a estar) desprende calidez, humanidad, hasta una cierta riqueza cultural. Todo lo cual está muy bien pero para lo que nos ocupa no tiene la menor importancia, lo único que debería importarnos es su faceta de entrenador. Y al respecto no me habrán leído ni me leerán jamás que Scariolo me parezca un mal entrenador, porque no lo pienso en absoluto. Todo lo contrario, Scariolo me parece un buen entrenador, ahí están sus éxitos y sus títulos durante todos estos años para atestiguarlo. Ya otra cosa es que me guste, que se aproxime siquiera un poco a mi ideal como técnico, que como ya habrán deducido no es el caso (problema mío, insisto).saezscariolo Y ya otra cosa es que (aún en el supuesto de que me gustara) me parezca adecuado su nombramiento, tanto menos en el momento actual, tanto menos estando como estamos y viniendo de donde venimos. La situación tras el orengazo requería un drástico cambio de rumbo, un golpe de timón, algo que ilusionara siquiera un poquito a la afición, pero aquí (qué les voy a contar que ustedes no sepan) somos más de poner cara de paisaje y mirar para otro lado, ocho meses al pairo y seguro que las cosas se solucionan solas, ponga un Scariolo en su vida, más de lo mismo, cambiemos algo para que todo siga exactamente igual. Segundas partes nunca fueron buenas, ya se lo dije.

Les he contado ya demasiadas veces por activa y por pasiva lo que pienso acerca de nuestras expectativas (si las hubiere) en este próximo Eurobasket y por extensión en los presuntos Juegos de Río 2016, no se lo repetiré porque me pongo malo de sólo pensarlo. Alguien a estas alturas debería coger de una vez por todas el toro por los cuernos y empezar a llamar a las cosas por su nombre, miren señores, ya nada será igual, los niños de Lisboa tienen 35 años, algunos ya nunca volverán, otros aún vendrán pero como si no vinieran, otros aún no tienen esa edad pero andan ya para el arrastre, es lo que hay (o lo que no hay, más bien) así que dejen de pedir peras al olmo, olviden de una puta vez la mamarrachada de la eñebeá, dejen de soñar imposibles y vayan ya pensando en la reconstrucción, esto no es un solar pero sí una casa que se desmorona, intentemos salvar algún cimiento, afiancemos lo que se pueda afianzar y empecemos de cero todo lo demás, cualquier cosa antes que poner un mero parche, repintar la ruina y seguir viviendo en su interior como si no pasara nada, como si no se nos hubiera caído el techo encima. Pudimos asumir los desperfectos, pudimos incorporar un soplo de aire fresco que mirara ya a medio/largo plazo pero hemos preferido seguir españoleando, escarioleando, hacer como que seguimos siendo la hostia y nada impide que volvamos a serlo, mismo perro con distinto collar, ponemos al perro el collar de antaño como si con eso fuera bastara para recuperar la lozanía y esbeltez de antaño, nada nuevo bajo el sol, la vida sigue igual, eñebeás, eñemanías y demás eñepolleces a tutiplén, ni cirugía ni lifting ni leches, sombra aquí y sombra allá, maquíllate maquíllate. Más dura será la caída, al tiempo.

ABRIL   3 comments

El pasado 11 de septiembre de 2014, cabreado como estaba tras aquel estrepitoso orengazo que nos dejaba fuera del Mundobasket, escribí, entre otras muchas cosas, lo siguiente:

188578-944-629Se acabo. Es el fin de una era. Y fíjense que no digo fin de ciclo, que ése más o menos lo dábamos ya por descontado ganáramos o perdiéramos. Digo fin de una era, digo fin de la ilusión por esta selección que es tanto como decir fin de la ilusión por el baloncesto, en el supuesto de que aún quedara algo de ella. Echen cuentas, entre jubilados, sabáticos y desencantados en 2015 no nos reconocerá ni la madre que nos parió, iremos al Eurobasket multisede a que nos pinten la cara, la consecuencia inmediata será que no obtendremos plaza para Río’2016 ni con preolímpico ni sin preolímpico, ni de coña, si tenían alguna ilusión con dicha cita vayan quitándosela de la cabeza, yo ya estoy en ello. Quizá en 2017 seamos capaces de empezar la regeneración o quizá no, quién sabe…

Hasta aquí, no les pongo más, con este fragmento tienen más que suficiente. Lo escribí en pleno arrebato y luego pensé que quizá me había pasado, que se me había ido la mano con el pesimismo, demasiado agorero tal vez para lo que se estila por estos pagos, vender la moto aunque no tengamos moto, luego cuando nos la compren ya se darán cuenta de que en realidad les estábamos vendiendo humo. Es lo que se estila pero nunca fue mi estilo, yo escribo las cosas como las siento aunque luego lo sienta. Sentí entonces que me había pasado, seguí pensándolo mucho después pero hoy más bien creo que me quedé corto. Muy corto.

Saez.jpgHoy, siete meses después (al menos a día 17 de abril de 2015, que es cuando escribo esto), seguimos sin tener seleccionador nacional de baloncesto. Supongo que será inminente su nombramiento si nos atenemos a las sabias palabras de nuestro Egregio e Insigne e Inmarcesible (signifique eso lo que signifique) Presidente de la Federación, el Nunca Bien Ponderado e Ilustrísimo y Excelentísimo Sumo Hacedor Don José Luis Sáez a quien dios guarde muchos años (bien guardado, a ser posible). Dijo el Egregio que tendríamos seleccionador en abril pero no especificó de qué año, que es bien sabido que suele haber un abril cada doce meses. Es decir, puede que ya haya seleccionador cuando usted lea esto, puede que esté al caer o puede que lo dejemos para más adelante, total ya de perdidos al río, quedando lo que queda para qué nos vamos a molestar.

Les parecerá una tontería, dirán que total qué más da que haya seleccionador en abril cuando el Eurobasket Multisede no empieza hasta septiembre. Quizá tengan razón, no digo yo que no, yo al fin y al cabo no soy nadie como para meterme en estos berenjenales así que no estará de más que escuchemos una segunda opinión, a ser posible de una voz más autorizada que la mía. Por ejemplo ésta que leerán a continuación, formulada por un sujeto cuyo nombre les resultará levemente familiar:

Pau-GasolMe parece sorprendente que la selección no tenga todavía entrenador a punto de llegar al mes de abril. Es importante que se elija a un técnico para que pueda preparar el campeonato. Un seleccionador nuevo para un cargo nuevo con nuevas dinámicas necesita tiempo para adaptarse a su rol. Me sorprende como jugador y como aficionado que no se haya tomado una decisión al respecto.

(Pau Gasol, Marca, 26/03/2015)

Repito: Pau Gasol. No Marc, no, que ya sabemos que el segundo de la familia acostumbra a ser más respondón y contestatario en todos los órdenes de la vida, pero esta vez no, esta vez es el mayor el que levanta la voz con su sobriedad y discreción características, pareciendo que no dice nada y diciéndolo todo. Y como si no. Han pasado ya más de tres semanas desde aquellas palabras, hemos doblado ya la esquina entre quincenas pero ahí seguimos, sin la menor noticia, sin un indicio siquiera. Esperemos que no le haya pasado como a Sabina, esperemos que al Egregio no le hayan robado el mes de abril.

Preparar el campeonato, nuevas dinámicas, adaptarse a su rol… O dicho de otra manera: ¿Se han parado a pensar (por ejemplo) que en condiciones normales la lista de este año no se debería parecer en nada a la de años anteriores, ni aún a pesar de la santa voluntad de nuestro Sumo Hacedor para que vayan siempre los mismos, lo merezcan o no? ¿Se han parado a pensar que Ricky, Calderón e Ibaka estarán convalecientes y sus franquicias (y puede que ni ellos mismos) no verán con buenos ojos que anden haciendo excesos durante el verano?pepe_saez_feb2--644x362 ¿Alguien se ha dirigido a los hermanos Gasol (el mayor ya 35 años para entonces, no lo olviden) para averiguar qué intenciones tienen al respecto? ¿Saben acaso si Felipe Reyes (otros 35 tacos) sigue retirado de la selección como anunció en 2014, o si vuelve a estar desretirado y hasta los cojones como acabó en 2015? ¿Son conscientes de que Navarro está al límite y tensar aún más la cuerda (tanto más en un torneo con partidos casi a diario) puede hacer que se rompa para siempre? ¿Habrá alguien (más allá de nuestro Egregio Sumo Hacedor, por supuesto) que se esté preocupando de monitorizar los progresos (si los hubiere) de Claver en Khimki? ¿Habrá alguien (que para esto, Egregio e Inmarcesible Prócer, me da que no sería usted el más indicado, por ser persona non grata) que esté llamando a Chicago cada lunes y cada martes para decirle, NIko, te queremos, vuelve aquí, te necesitamos Niko, de verdad que nunca fuiste plato de segunda mesa, todo fue un malentendido, pelillos a la mar? ¿Se ha contactado incluso con Fran Vázquez para explorar la posibilidad de que pudiera venir, en el dudoso e indeseado supuesto de que Pau decidiera no venir? ¿Se están evaluando como es debido los progresos (o no) de Jaime Fernández, Pau Ribas, Alex Abrines, Dani Díez, Carlos Suárez, Alex Suárez, Willy Hernangómez, tantos otros? ¿Es acaso éste y no otro el archifamoso Método FEB?

¿A qué espera, Señor Sáez (me permitirá Su Ilustrísima que mientras me dirija a usted le apee el tratamiento aunque sólo sea para agilizar la lectura, no tema, serán sólo un par de párrafos)? ¿A que se levante (cosa improbable) la normativa que le impide fichar un técnico ACB en activo? ¿A que algún equipo cese a un entrenador de su agrado para así poder ficharlo? Hace meses se rumoreó que el elegido sería Pablo Laso, que sólo esperaban a que el Madrid le decapitara para hacerse con sus servicios, si así fuera la cosa no salió como la tenían planeada, el Madrid remontó el vuelo y Laso salvó la cabeza,saezcariolo si no gana la Euroliga el florentinismo afilará de nuevo los cuchillos pero no es probable que ello suceda antes del verano, tarde ya para sus fines. Al igual que se rumoreó unas cuantas veces que el elegido sería Scariolo 2.0, si por ahora no lo ha sido (y dado que no tiene ningún vínculo contractual que le ate) habrá que pensar que es porque no traga, segundas partes nunca fueron buenas tanto más cuando tienen tan mala pinta como ésta. Ergo una vez (presuntamente) descartadas estas dos opciones con las que los futurólogos nos calentaron sobremanera la cabeza, ¿qué les queda? ¿Esperar a ver qué entrenador queda libre al acabar la ACB? ¿Forzar que algún entrenador de su gusto se libere al acabar la ACB? ¿Pillar al vuelo a un entrenador que vaya a cambiar de equipo y contratarlo como seleccionador-para-toda-la-vida aunque sea un secreto a voces que cuando acabe el campeonato dejará el cargo y se irá a ese otro equipo (lo que llamaríamos Modelo Aíto 2008)? O acaso…

¿O acaso habrá llegado ya el momento de dejarnos por fin de subterfugios y empezar a llamar a las cosas por su nombre? Señor Sáez, no se prive, nómbrese usted seleccionador a sí mismo, aunque sólo sea para oficializar una situación de hecho. Absolutismo baloncestero como si dijéramos, la Federación soy Yo, de ahí a decir la Selección soy Yo sólo hay un paso.808jose_luis_saez A la selección con alegría, no tema por el qué dirán, al fin y al cabo hemos llegado ya a un punto en el que no nos asustamos de nada, a ver por qué habría de ser usted la excepción. Anúncielo a los cuatro vientos, sin rodeos, tras largas y procelosas conversaciones con cientos de aspirantes para el cargo he llegado a la conclusión de que nadie está más preparado para ejercer de seleccionador que yo, entre otras cosas porque nadie reúne más experiencia que yo a ese respecto. Recibirá críticas, no le digo yo que no, de envidiosos y mezquinos está el mundo lleno, pero usted sabe bien por sus largos años en el cargo que las críticas son sólo el peaje que hay que pagar en su largo camino hacia la excelencia. Un paso más, acaso el definitivo.

Eso sí, todo tiene un límite, póngase de seleccionador pero no se le ocurra ponerse además de entrenador, una cosa es una cosa y otra cosa más ya son dos cosas, imagine la hilaridad que podría provocar en los rivales verlo ahí a usted al pie del banquillo (quién sabe, a lo mejor podría resultar una buena táctica, mientras se descojonan no juegan), no tentemos la suerte, sea usted seleccionador pero nombre a alguien que haga el papel de entrenador, da igual quién, con que haga el papel es más que suficiente. Alguien que ya esté en nómina de su Federación a ser posible, que se le dé bien el paripé, que sea buen chaval, que diga a todo que sí y jamás ose cuestionar las decisiones de su Amado Líder. ¿Experiencia? ¿Conocimientos? Todo eso qué más da, total a quién le importa si para todo eso ya está usted. Y por si no se le ocurre quién aquí le dejo un nombre muy socorrido que además le pilla bien cerca, Jorge Garbajosa, si no le acaba de convencer (no vaya a ser que la criatura tenga personalidad y se crea con derecho a utilizarla) no se preocupe, candidatos no le habrán de faltar, recuerde que estamos en crisis y que la gente tiene la funesta manía de comer, por un buen puñado de euros y por el bien de nuestra amada Federación se hace lo que sea. Y si luego perdemos los palos ya se los llevará él, y si luego ganamos las medallas ya se las colgará usted. Vaya novedad.

17 de abril. El Eurobasket es en septiembre, la Rutaeñe de los cojoñes es en agosto, la concentración digo yo que empezará a finales de julio, la lista supongo que habrán de facilitarla ya a finales de junio cuando acaben ACB y NBA… Ustedes mismos. Hace siete meses titulé el fin de una era, pensé ingenuamente que habíamos tocado fondo pero reconozco que me equivoqué, que infravaloré la capacidad de nuestras autoridades (o más bien de nuestra AUTORIDAD, con mayúsculas) para seguir cavando, para seguir profundizando más y más todavía. Veremos hasta dónde son capaces de llegar.

NO LAS MEREZCO   2 comments

Pusimos nuestros huevos en la cesta equivocada. Allá por el mes de junio, mientras las criaturas de Del Bosque la cagaban en Brasil, solíamos tuitear que no pasaba nada, que al fin y al cabo ese no era nuestro mundial, que el verdadero Mundial empezaba en agosto. Y así nos lo creímos, así nos lució el pelo, así nos pasamos todo el verano elucubrando sobre nuestra supuesta final contra Estados Unidos como si ya estuviéramos en ella, como si ni siquiera hiciera falta llegar a ella. Así vivimos aquel orengazo como si fuera el fin del mundo, curiosamente entonces a ninguno de nosotros (que yo sepa) se nos ocurrió tuitear que no, que aquel tampoco era nuestro mundial, que el verdadero Mundial empezaría en Turquía a finales de septiembre. El Mundial era éste, rechace imitaciones, lo anterior sólo fue un mero sucedáneo. Tanto clamar por aquella presunta final versus USA, quién nos iba a decir que al final la tendríamos, y la disfrutaríamos… solo que mucho más lejos de casa, solo que tres semanas después de la (que hubiera sido) original.

¿Qué pensaría Sáez durante su habitual baño de medallas, mientras las colocaba sobre los cuellos de nuestras jugadoras como si se las estuviera poniendo a sí mismo? ¿Qué pensaría (sobre todo) mientras se abrazaba a Lucas Mondelo? ¿Pensaría acaso que aquél era el triunfo de la sencillez, de la normalidad, algo tan vulgar como juntar al mejor grupo de jugadoras posible y ponerlas además a las órdenes del mejor seleccionador posible?sel1 Ojalá fuera así, aunque dudo mucho que su ego se lo permitiera. Ojalá se diera cuenta de que el espíritu que preside esta selección femenina de 2014 es el mismo que el de aquella selección masculina de 2006, un grupo de amigos/as, extraordinarios/as jugadores/as todos/as ellos/as, capaces aún de disfrutar del baloncesto por el mero placer de jugar. De alguna manera ese espíritu se les fue perdiendo a nuestros chicos por el camino, de manera lenta, apenas perceptible hasta que llegó el día en el que de repente ya nada fue igual, justo ese día en que nos caímos del guindo al descubrir que la selección había pasado a estar al servicio de los jugadores y no los jugadores al servicio de la selección. A nuestras chicas en cambio ese espíritu aún les pervive, les pervivió siempre (incluso en los peores momentos), no hay razón alguna para pensar que no vaya a seguir siendo así. Ellas no disfrutan porque ganan, sino que ganan porque disfrutan. Ese es el secreto.

No las merecemos. O al menos yo no las merezco. Soy aficionado al baloncesto (esto igual ya lo sabían), me paso el año entero viendo ACB, Euroliga, NCAA, NBA, ligas internacionales, a veces hasta LEB, a veces hasta cualquier otra cosa que caiga en mis manos o pase ante mis ojos, me trago todo el baloncesto masculino habido y por haber pero al baloncesto femenino ni agua, oigan. Podría argumentar como disculpa que ni cae en mis manos ni pasa ante mis ojos pero no sería justo, otros baloncestos tampoco me vienen a buscar, más bien soy yo quien me busco la vida para encontrarlos. El femenino en cambio sólo depende de que se me aparezca en un momento puntual, una final de Copa de la Reina, una Final Four euroliguera, algo así. Y aún así. Sé que Connecticut ganó la NCAA femenina, lo sé gracias a que esa misma universidad ganó también la masculina, de no ser así es muy probable que se me hubiera pasado el dato. No me pregunten quién ganó la WNBA, no me pregunten quién gano nuestra Liga Femenina (creo saberlo, pero no me arriesgaré a ponerlo por miedo a meter la pata), no me pidan que les diga en qué equipo juegan nuestras jugadoras porque sólo en algún caso concreto les podría responder. Mi relación con el baloncesto femenino se parece mucho a la de tantos aficionados al fútbol con el baloncesto masculino, esos que sólo lo ven cuando se enfrentan Madrid y Barça o cuando juega la selección, esos que te preguntan sin pudor dónde juega el número 8 (es decir, no es ya que no sepan dónde juega Calderón, es que ni siquiera recuerdan su nombre), esos que (por ejemplo) tuve a mi alrededor en el Palacio de Deportes durante la fatídica noche del 10 de septiembre luciendo camisetas rojas de Sergio Ramos o David Villa (tan baloncesteras ellas), esos que al primer fallo de Marc gritaron ¡¡¡pero qué malo es, pero cómo es posible que esté en la NBA ese tío!!! (repito, al primer fallo, mejor no les cuento lo que soltaron después), esos que cuando Pau cometió la quinta le despidieron al grito de hijodeputa (y hasta me miraron raro por aplaudirle) cuando durante toda la segunda mitad había el único en sacar las castañas del fuego… Afortunadamente no soy tan energúmeno como ellos (ni de lejos) pero en el fondo no soy mejor que ellos. Al menos en lo que a baloncesto femenino se refiere.

Y no, esta vez ni siquiera haré ya propósito de enmienda. Cada año es lo mismo: las veo ganar, me emociono, me vengo aquí, me flagelo por no haberles hecho caso durante el año y me digo a mí mismo (y a ustedes, que es peor) que hasta aquí hemos llegado, una y no más santotomás, ya nunca más me volverá a pasarsel2 para luego empezar la temporada y volver a las andadas. Mi tiempo de ocio es exiguo (como el de casi todo el mundo, por desgracia), necesitaría días enteros de 96 horas (que con 24 no tendría ni para empezar) para poder ver todo lo que me gustaría (y escribir todo lo que me gustaría, y leer todo lo que me gustaría, y viajar todo lo que me gustaría, y…) No doy más de sí. Dijera ahora lo que dijera sé que me volvería a pasar lo mismo, me tiraría en plancha a lo de siempre y luego al llegar el verano estaría otra vez con la misma canción. No prometeré lo que no soy capaz de cumplir. Aunque me duela. Aunque me avergüence (mucho) reconocerlo.

Esa misma vergüenza acrecienta mi orgullo ante lo que han hecho. Porque sé lo difícil que lo tienen, porque no soy la excepción sino la regla, porque les hago poco caso pero quienes me rodean les hacen aún menos caso que yo. Di que quieres quedarte a ver la semifinal o la final del Mundial de Baloncesto Masculino y todo dios lo entenderá (incluso aunque no juegue España, como fue el caso), di que quieres quedarte a ver la semifinal o la final del Mundial de Baloncesto Femenino y te mirarán como si fueras un extraterrestre, créanme que no lo digo por decir sino que lo he experimentado en mis propias carnes este pasado fin de semana. El deporte ajeno a los portaaviones futboleros se está convirtiendo en un erial pero el deporte femenino está ya un paso más allá, no es ya erial sino páramo desolado. Luego llegarán Juegos Olímpicos, nuestras deportistas ganarán medallas y se nos llenará la boca de alabanzas que serán sólo el paso previo para volver a olvidarlas otra vez durante los cuatro años siguientes, al menos de las de baloncesto nos acordamos una vez al año, démonos con un canto en los dientes. Hace pocos días la selección española de gimnasia rítmica fue campeona del mundo en la categoría de mazas y no se enteró ni dios, por no tener ni siquiera tuvieron quien les televisara (y aún no se apagó Teledeporte, imaginen cómo será cuando se apague), hubieron de hacer este sábado el saque de honor en el Rayo-Barça para que algunos supieran (siquiera por un segundo) de su existencia. Ese es el nivel, el de una liga femenina de baloncesto (no digamos ya en los demás deportes) que languidece a pasos agigantados, que ve marcharse a sus principales estrellas en busca de un lugar donde las paguen, que ve a sus equipos desapareciendo a chorros, hasta uno hubo que ganó la Euroliga un domingo y se murió un lunes, casi cuando jugadoras y aficionados aún estaban de celebración. Una liga femenina que también es competencia del Señor de las Medallas, por cierto. Será eso que llaman el Método FEB.

No sé por qué me estoy yendo por la calle de la amargura justo el día menos indicado para hacerlo, justo hoy que son Subcampeonas del Mundo apenas un año después de haber sido Campeonas de Europa, que se dice pronto. Y sólo es el principio.sel3 Es curioso, hace casi un mes acabábamos una era y hoy ya toca empezar otra, en realidad empezó hace un año, en realidad viene de muy lejos porque son ya muchos años de satisfacciones, lo que pasa es que se interrumpió bruscamente en 2011 y 2012 (nadie es sublime sin interrupción, es ley de vida) y por eso 2013 fue como empezar de nuevo, el principio de una gran amistad que decía aquél. Laia vislumbra ya el final del camino (aunque un par de buenos años aún le quedan en su zurrón) pero es la única, a Sancho, Nuria o Lucy (recién estrenaron la treintena) aún les queda recorrido, Silvia y Anna están en los 27 pero ninguna otra pasó aún de 25, por ahí andarán Laura Nichols y la maravillosa Alba Torrens (¿acaso el mayor talento puro que haya producido jamás nuestro baloncesto femenino?) que llegaron juntas, más lejos aún Marta Xargay o Laura Gil. Leticia y Leonor (que no se apellidan Ortiz ni Borbón ni falta que les hace, sino Romero y Rodríguez) ya cruzaron la puerta, al otro lado aún esperan su turno Queralt Casas, Astou Ndour, Elena de Alfredo, Ángela Salvadores, incluso Iris Junio, tantas y tantas y tantas y tantas otras, sin prisa, cuando toque, cada una a su tiempo, en el punto justo de maduración. Lo mejor no es el presente (aún por extraordinario que sea). Lo mejor es lo que queda por venir.

Hace seis años, tras la inolvidable Final masculina de Pekín 2008, escribí que era mentira que hubiésemos ganado la plata, en realidad ganamos el oro, sólo que nos lo dieron bañado en plata para no levantar sospechas ni herir susceptibilidades. Pero por dentro era oro puro, nunca hubo un oro más puro que aquél… hasta este pasado domingo. Volvió a suceder, volvieron a decirnos que era plata pero usted y yo sabemos que no es cierto, un mero baño que apenas puede ocultar todo el oro que encierra en su interior. Créanselo, fuimos Campeonas del Mundo porque quienes nos ganaron no son de este mundo, la guerra de las galaxias queda fuera de nuestro alcance por ahora. Y sé que no debería incluirme, sé que no debería utilizar esa primera persona del plural como si formara parte de ello, sé que no lo merezco, que no las merezco, que los pseudoaficionados como yo no nos merecemos un pedazo de equipo como éste, que deberíamos mantenernos al margen y limitarnos a dar las gracias, gracias por estar ahí año tras año, gracias por jugar como jugáis, por pelear como peleáis, gracias por seguir peleando cuando cualquier otro se habría ido, gracias por empatar el tercer cuarto y ganar de 6 el último, gracias por ser como sois… y gracias, sobre todo, por no tenérnoslo en cuenta.

20141006

CARTA ENTREABIERTA A LA FIBA   7 comments

Estimados Señores Mandamases de la FIBA:

Disculpen antes de nada mi intromisión. Soy plenamente consciente de que estarán ustedes disfrutando de un merecido descanso en estos días tras las agotadoras jornadas del Mundobasket, más de dos semanas yendo de acá para allá, de la ceca a la meca, de Granada a Madrid, de Gran Canaria a Barcelona, viajando en aviones de mala muerte, durmiendo en hoteles infectos, comiendo de cualquier manera, trabajando a destajo veinticuatro horas al día (o más si cabe) con absoluta entrega y total dedicación para que no quede ni un solo cabo suelto, por dios qué agobio, me está entrando fatiga sólo de pensarlo, fíjense lo que les digo. Disfruten de su asueto que bien ganado se lo tienen, y perdonen que justo en estos días venga yo a importunarles pero qué quieren, soy así, está en mi naturaleza impertinente y desabrida, no lo puedo evitar. Así que me voy a tomar la libertad de comentarles algún asuntillo, poca cosa, nada que deba obligarles a interrumpir sus vacaciones (como si lo fueran a hacer), de hecho ni siquiera hace falta que lo lean ahora, pueden dejarlo para cualquier otro momento (como si en algún momento lo fueran a leer). Gracias por dedicarle a mi carta una pequeña parte de su precioso tiempo (apenas unas décimas de segundo, lo que se tarda en romperla), y ahora ya sin más dilación paso por fin a comentarles todas esas chuminadillas que me traen a mal traer en estos días…

I- Pueden estar orgullosos, el sistema de competición que diseñaron para este Mundial marcará un hito, un antes y un después, un alfa y un omega, una nueva era en la organización de grandes eventos deportivos. La genialidad de partir el Torneo por la mitad cual si se tratara de dos conferencias independientes con sus respectivos cabezas de serie ha provocado la admiración de muchos pero también el resquemor de algunos otros, seres por lo general avinagrados y renegridos (véase éste por ejemplo), gente indeseable que prefiere buscar siempre el lado negativo de las cosas en lugar de colmarles de loas y parabienes como está mandado. Claro está, ante tamaña afrenta ustedes reaccionaron (cómo no habrían de reaccionar), reivindicaron su modelo (cómo no lo habrían de reivindicar) y en su reivindicación recurrieron al socorrido ejemplo del tenis, algo en lo que no estuvieron solos pues no fueron pocos los que les hicieron el coro, dicho sea de paso. Hombre, un poco cogido por los pelos sí que está el ejemplo, si me permiten que se lo diga. Es bien cierto que en el tenis (o en el torneo final de la NCAA, por poner otro ejemplo que a los baloncesteros debería resultarnos más familiar) los dos principales cabezas de serie van por cada lado del cuadro, es bien cierto que nunca podrán encontrarse hasta la final como no es menos cierto que los equipos de un lado del cuadro nunca podrán cruzarse con los del otro… pero se les olvidó un pequeño detalle, que es que en tenis (o NCAA) se hace así porque no podría hacerse de ninguna otra manera. Porque no hay grupos, déjenme que se lo repita, no hay grupos, no se parte de grupos de cuatro o seis equipos sino de eliminatorias directas desde el principio, win or go home, quien gana sigue y quien pierde se va para casa, razón por la cual resulta científicamente imposible que pueda repetirse un partido que ya se haya producido antes. Miren en cambio su Conferencia de Madrid, vean cómo gracias a su prodigioso a la par que inmarcesible sistema de competición todos los enfrentamientos que se dieron a partir de cuartos de final ya fueron bises, ya se habían jugado en Granada previamente (y en todos además se fue a dar el resultado contrario al que se había dado antes, para hacer aún más patente la absurdez del modelo). O dicho de otra manera, que la próxima vez que tengan que defender lo indefendible cúrrense al menos un poquito los argumentos, con que se hubieran limitado a decir sí, lo hacemos así porque nos da la gana y punto, desde luego habrían resultado muchísimo más convincentes. Esa sería una opción, la otra es dejarse de zarandajas y volver al método de siempre, que los equipos vuelvan a cruzarse entre ambos lados del cuadro como se ha hecho toda la vida de dios. Y asumir el riesgo que conlleva, siempre y cuando sean capaces de soportarlo.

II- Seguramente no se habrán enterado, se les habrá pasado (tan liados como han estado en estos días) pero déjenme que les cuente que ha vuelto a suceder. Jueves 4 de septiembre, Gran Canaria Arena, partido Australia-Angola, los unos ya clasificados, los otros ya eliminados, los australianos ganando de calle hasta que en un momento dado empiezan a fallar casi en la misma medida en que los angoleños empiezan a meter, al final victoria africana, nada de particular si no fuera por el pequeño detalle de que gracias a esa derrota los australianos consiguieron quedar terceros en vez de segundos situándose así fuera del alcance de USA en cuartos de final (que dicho sea de paso, si lo hicieron a propósito les salió como el culo ya que luego ni tan siquiera pasaron de octavos, Turquía mediante). Nada nuevo bajo el sol, quizá tampoco recuerden que algo así ya sucedió con nuestra selección en 2012 o con Francia en 2011, aún podríamos seguir remontándonos años atrás y casi en cada torneo encontraríamos algún numerito de éstos, situaciones todas ellas ante las que ustedes tienen por costumbre hacer la vista gorda. Que la tienen bien gorda (la vista) pero que quizá no estaría de más que empezaran a afinarla un poco, a ver si así se coscaban de algo alguna vez. Claro está, me dirán que estas cosas es muy difícil probarlas a posteriori y por ello mi propuesta es que a partir de ahora intenten solucionarlas a priori. Prevenir antes que curar. ¿Cómo? Pues es bien sencillo: sorteando los emparejamientos a partir de octavos de final. Un sorteo mínimamente dirigido en función de los puestos ocupados en la primera fase, de tal manera que (por ejemplo) al primer clasificado del grupo A le pueda tocar el cuarto del B, C ó D, o que al segundo clasificado del grupo D le pueda tocar el tercero del A, B ó C y así sucesivamente. De esta manera en cada esquina del cuadro habría un primero, un segundo, un tercero y un cuarto (como hasta ahora, pero sin que tuvieran el camino establecido previamente), de esta manera ya nadie tendría la tentación de dejarse ir, en caso de duda siempre será mejor quedar segundo que tercero al no saber lo que te vendrá después. Claro está, me dirán que no les gusta, que quedaría el cuadro en manos del azar y ya no podrían mangonearlo a su antojo. Razón tienen, cómo no habrían de tenerla, pero piensen por un momento en las ventajas que acarrearía: no sólo se ahorrarían todas las disquisiciones y maledicencias sobre si fulano se dejó ganar o mengano prefirió perder, sino que además (y por el mismo precio) tendrían un ingrediente más para ofrecer, un sorteo que podría celebrarse media hora después de que acabara la primera fase y que mantendría pegados al televisor a los aficionados de los dieciséis países supervivientes (o de quince, que los de USA pasarían). Tendría más audiencia que muchos partidos del Campeonato, no les quepa la menor duda. Ahí les dejo la idea (y gratis total), ahora ustedes verán lo que hacen con ella. De nada.

III- Este es un tema menor, que de hecho ni siquiera sé si es competencia suya o de sus acólitos de la FEB. Miren, el pasado miércoles 10 asistí en carne mortal a los dos partidos de cuartos de final disputados en el Palacio de los Deportes, y con gran sorpresa pude comprobar que cada vez que se interrumpía el juego ponían música. Fíjense que no hablo de descansos entre cuartos ni de tiempos muertos (que eso a estas alturas ya nos resulta de lo más normal), hablo de todas las interrupciones en el juego aún por breves que éstas fueran, sin excepción: lo que se tarda en hacer un cambio, lo que va desde que sale el balón fuera hasta que se saca de banda o desde que se pita una falta hasta que se lanzan los tiros, incluso el brevísimo lapso de tiempo que transcurre desde que se anota una canasta hasta que se saca de fondo, todo ello es tiempo más que suficiente para que el diyéi de turno apriete el botón y nos deleite con piezas (más bien pedazos, trozos, fragmentos) de tres o cinco segundos de duración en las que cabe de todo, desde clásicos convenientemente pasados por la túrmix hasta la Danza Kuduro pasando por el porompompero remasterizado (o como se diga), que ya llega uno a un punto en el que no sabe si está en una cancha de baloncesto en la que de vez en cuando ponen música o en una discoteca en la que de vez en cuando ponen baloncesto. Claro está, todo esto empecé a entenderlo cuando nos dijeron que Los 40 Principales era la radiofórmula oficial de la Copa del Mundo. [Que a ver, que vale que tenga que haber un cronómetro oficial de la Copa del Mundo, pero… ¿una radiofórmula oficial de la Copa del Mundo? ¿Qué será lo próximo? ¿Durex, preservativo oficial de la Copa del Mundo? ¿El Ocaso, servicio de pompas fúnebres oficial de la Copa del Mundo? A lo mejor ya lo hay y yo no me enterado] Acabáramos. Miren, yo entiendo perfectamente que por el mero hecho de asistir a una jornada del Mundial tenga que escucharme 3.414.327 veces (y en varias versiones diferentes) sube la copa uo uououó, sube la copa uo uououó, sube la copa uo uououó, sube la copa uo uououó, cómo no lo voy a entender si es la canción oficial del certamen. Ahora bien, que también tenga que escucharme 27.915 veces yo quiero estar contigo, vivir contigo, bailar contigo, tener contigo una noche loca y besar tu boca, uououó (el uououó debe ser la clave del éxito), pues como que ahí ya no acabo yo de ver qué relación pueda tener dicho engendro con el Mundial ni con el baloncesto mismo (más allá de que el sujeto que lo perpetra fuera visto alguna vez luciendo el careto en la cancha de los Heat). Y de decibelios ya no hablemos, claro. No sé, será que estoy muy antiguo (además de serlo) pero me cuesta, qué quieren que les diga. Quizás en la próxima macrofiesta podrían probar a interrumpir de vez en cuando la música (o lo que fuere) para poner highlights a ver qué pasaba, a ver cómo reaccionaba la peña, lo mismo alguno hasta se quejaba y todo. Rebozamos el baloncesto con toda clase de aditivos como si nos avergonzáramos de él, como si sólo bien envuelto en papel celofán confiáramos en poder venderlo, cuanto más mejor no vaya a ser que se vea lo que hay dentro. Si ya ni siquiera nosotros mismos confiamos en nuestro producto, no queramos luego que le guste a los demás.

IV- Y ahora volvamos si me lo permiten a temas más serios, por ejemplo a esa extraña cosa que hemos dado en llamar falta táctica y que en este Mundial se ha convertido en algo así como el coño de la Bernarda si se me permite la expresión (mis disculpas si pasara alguien por aquí con ese nombre y pudiera sentirse ofendida), ese lugar en donde acaban las defensas cuando ya no queda ninguna otra opción. Antes la veías una o dos veces por partido (a la falta, no a la Bernarda), se te llevaban los demonios, se reanudaba el juego y a otra cosa, antes era excepción pero ahora casi es regla, hay equipos que parecen haber hecho de esta falta su principal medio de vida, que la usan casi más que la defensa misma, de hecho en el cruce de cuartos de final entre Serbia y Brasil (quizá me fijé más por verlo in situ) llegué a pensar que tal vez deberíamos cambiarle el nombre y en vez de falta táctica empezar a llamarla falta serbia por la desenvoltura con que la usaban (y abusaban) los de Djordjevic. La filosofía es bien simple, tenemos faltas a chorros para administrar, hagamos las que sean menester con tal de evitar canastas fáciles, recordemos siempre aquella vieja máxima futbolística, si pasa el balón que no pase el jugador, claro que en fútbol tienen tarjetas y las sacan como si les sobraran, aquí en cambio tenemos antideportivas pero nos las ahorramos no se nos vayan a gastar. En estos casos suele instaurarse un peculiar debate en las redes sociales entre aquellos que consideran que habría que cambiar el reglamento para penalizar más estas acciones y aquellos que responden que la penalización de estas acciones ya está en el reglamento y sólo es cuestión de aplicarlo como es debido. Yo no sé quién tiene razón, si los unos o los otros o todos o ninguno, yo sólo soy un mero aficionado que (como tantos otros) empieza a estar harto de que le estén matando este juego y de que el contraataque sea ya una especie a extinguir. O como bien dijo el gran Piti Hurtado, que con cada falta táctica dos espectadores cambian de canal y otros diez miran el guasap, las cifras son estimativas, no tengo delante la cita exacta. Hagan algo, por favor. Si no existe una norma específica créenla, si ya está en el reglamento aplíquenlo que para eso está. Pero cualquier cosa antes que este basket-interruptus, este fraude de ley de que a los equipos les compense delinquir porque la pena que se les impone resulta ser siempre mucho más leve que el beneficio que obtienen por la comisión del delito. Hagan algo. YA.

V- No teman, voy terminando, pero antes déjenme que les diga que son ustedes unos linces, como no podía ser de ninguna otra manera dada su elevada condición. Ante la imposibilidad de que Ucrania pueda organizar el próximo Eurobasket han inventado el Eurobasket multisede, con dos… razones. Cuatro grupos que se disputarán en Montpellier, Berlín, Zagreb y Riga para luego finalmente confluir en la fase final de Lille, qué gran idea, qué bien pensado, qué maravillosa noticia para todos aquellos que tengan por costumbre seguir a su selección. Imaginemos por ejemplo a un señor de Socuéllamos (elección nada casual, que ahí vemos la bandera en cada partido) que siguiera a la nuestra hasta Riga, imaginemos incluso que pasamos a la siguiente fase (que no deja de ser mucho imaginar, tal y como están las cosas), dile tú ahora que después de haberse ido hasta Letonia si quiere seguir viendo a la selección tiene que venirse a Francia, dile que si antes se dejaba los ahorros de todo un año en el empeño ahora se tendrá que dejar los de dos, ya verás qué cara te pone. O a lo mejor el de Socuéllamos tiene posibles, no digo yo que no, a lo mejor los finlandeses también los tienen pero a lo peor muchos lituanos no, diles que tienen que ir primero a Zagreb y luego a Lille y verás dónde te mandan. Están ustedes en racha, desde aquella idea (que supongo que aún mantienen) de interrumpir las temporadas en pleno invierno para hacer fases de clasificación (en los despachos NBA todavía  están descojonándose) no se les había ocurrido nada tan brillante, así que yo les propongo que para el próximo Mundial hagan lo propio, ya puestos: un grupo en México, otro en Senegal, un tercero en Filipinas, el cuarto en Nueva Zelanda y luego ya los cruces en Sebastopol y Vladivostok. Por ejemplo. Cuentan que hace algunos siglos hubo en este país un monarca absolutista que implantó el despotismo ilustrado, una manera de gobernar que se resumía en el siguiente lema: todo para el pueblo, pero sin el pueblo. Ustedes sin saberlo van por ese mismo camino, de hecho son fieles seguidores suyos, no hay ocurrencia que no nos lo confirme, como si no nos hubiera quedado ya suficientemente claro con el mamoneo de invitaciones de cada torneo que organizan. Todo para el aficionado pero sin el aficionado, eso por ahora, a este paso acabará siendo todo para el baloncesto pero sin baloncesto. Están en ello.

Una última cosa antes de cerrar: si ven por ahí a nuestro egregio mandatario baloncestero patrio Don José Luis Sáez, Pepe para los amigos (que alguno tendrá), salúdenlo muy efusivamente de mi parte y díganle de paso que deje ya de repetir una y otra vez que hemos organizado el mejor Mundial de Baloncesto de la historia. Que a ver, que yo lo entiendo, que el hombre tiene que sacar pecho en esto porque en lo otro le ha quedado muy poco pecho que sacar, ya que no ha podido colgarse la medalla real intenta colgarse la virtual, algo es algo. Pero… ¿el mejor de la historia? Entiendo que no lo dice en términos deportivos (que ni siquiera será el mejor de los celebrados en España) sino en términos organizativos. Pero aún así, ¿de verdad, el mejor de la historia? ¿Mejor incluso que Japón 2006? (que ya sabemos que aquel es un país entregado a la improvisación, la holgazanería y la molicie, no como el nuestro tan metódico, tan concienzudo, tan de no dejar ningún cabo suelto) Puede ser, quién soy yo para negarlo pero por favor, díganle de una vez que deje de decirlo. Si lo dijeran otros me convencería, que sólo lo diga él me hace sospechar, es como si yo me paso una tarde entera diciendo qué buenas me han salido hoy las lentejas, cualquier observador ajeno pensaría que no debían estar tan buenas si tengo que repetirlo a cada rato. Una cosa no es más cierta por repetirla mil veces, aunque los propagandistas lleven tiempo intentándonos convencer de lo contrario. Que se relaje por favor, que se olvide ya del mejor Mundial de Baloncesto de la historia y se dedique de una puñetera vez a organizar su casa, que no sé si se habrán dado cuenta pero la tiene un poco revuelta últimamente…

Y ya sin otro particular, aprovecho para reiterarles el testimonio de mi consideración más distinguida (signifique eso lo que signifique). O dicho de otra manera, hasta más ver o lo que viene siendo lo mismo, hasta 2018 que no sé por qué me da que volveremos a tenerles por aquí, dada nuestra innata propensión a organizar saraos. Por si acaso vayamos ya ensayando, pueden estar seguros de que si nos lo conceden haremos el mejor Mundial de Baloncesto (femenino) de la historia. Y que con su pan se lo coman, faltaría más.

EL FIN DE UNA ERA   8 comments

Esta no es la entrada que pensaba escribir hoy. Hoy había pensado aburrirles con mi día en el Mundial, el único día de toda mi vida del que podré decir que asistí in situ a un Mundial de Baloncesto. Hoy tendría que haberles calentado los cascos con toda clase de historias del antes, del durante y del después, un poco a la manera en que lo hice en aquel Eurobasket de hace ya siete largos años. Hoy tendría que haberles puesto la cabeza mala con las curiosidades que llamaron mi atención, con las ocurrencias que escuché, incluso con las fotos que tomé para la ocasión, con tantas otras cosas que rondaron toda la tarde por mi cabeza y que luego al caer la noche se me fueron todas juntas al carajo, cuando en los minutos finales del infausto España-Francia comprendí por fin que ya no podría haber ninguna otra cosa de qué hablar. Cuando fui palpando la angustia que se vivía a mi alrededor (que acaso no fuera más que un reflejo de mi propia angustia), cuando fui bajando las escaleras del Palacio entre gestos desencajados y ojos enrojecidos, cuando entré en el metro junto a otros tropecientos más y una señora que viajaba en el vagón supo de inmediato que habíamos perdido porque no hay más que veros las caras, cuando fui poco a poco tomando conciencia de la magnitud de aquel fracaso, FRACASO con mayúsculas, fracaso generado entre otras cosas por nuestras enfermizas expectativas de éxito, éste ya con minúsculas. Nunca escribiré ya el post de mi día en el Mundial, o acaso sólo pueda hacerlo cuando haya pasado el tiempo suficiente para que no tenga ya ningún sentido. Ni puñetera falta que le hará tenerlo.

A veces la vida te da la razón cuando menos te lo esperas, cuando menos te gustaría tenerla. Hace 14 días les conté aquí mis razones para el escepticismo, recuerdo bien que mi primera intención fue titularla razones para el pesimismo pero me contuve, era tal el desparrame de triunfalismo alrededor de nuestra selección que pensé que iba a ser yo la única nota discordante, que con ese nombre no me la iba a leer ni dios y el que lo hiciera lo haría para insultarme. Plegué velas, cambié de título en el último instante, quizá suavicé algo el tono pero la esencia fue más o menos la misma, salirme del discurso oficial, explicarles por qué yo, al contrario de (lo que parecía ser) el común de los mortales, no lo veía nada claro. Y empezó el campeonato, empezamos a arrollar a todo dios, empecé a ilusionarme como todo dios pero en el fondo de mi alma seguí sin verlo claro, seguí temiendo el petardazo a la vuelta de cualquier esquina, vi ayer el Serbia-Brasil y comprendí que aquella Serbia en nada se parecía ya a la de Granada, que tenía argumentos más que de sobra para pintarnos la cara… Como si le fuéramos a dar la oportunidad. Me quedé corto. La realidad superó a la ficción, por una vez la realidad superó incluso a mi propio pesimismo/escepticismo. Temí una muerte lenta en semis, jamás imaginé una muerte rápida (pero no por ello menos dolorosa, más bien al contrario) en cuartos de final. Hasta se nos acabó volviendo en contra lo que nos montamos a favor, ese cuadro que preparamos a conciencia para no tener que ver a USA hasta la Final como si fueran dos conferencias separadas, como si todo lo demás no importara, como si diera igual ocho que ochenta, Brasil que México, Francia que Finlandia, Serbia que Ucrania. En el pecado llevamos la penitencia, y qué penitencia. Tenemos lo que nos merecemos.

Ahora todos los dedos apuntan a Orenga y no seré yo quien los aparte, pero me gustaría que fuéramos capaces de señalar un poco más allá. El problema no es Orenga (o no es sólo Orenga), es quien lo nombra. El problema es que en un país con docenas y docenas de extraordinarios entrenadores alguien decida poner de seleccionador nacional a un becario (dicho sea con todos los respetos a Orenga y a los becarios), becario no en lo que se refiere al sueldo (obviamente) sino a la experiencia. ¿Experiencia? Cuatro aciagos meses (y de eso hace ya demasiados años) en uno de los peores Estudiantes que se recuerdan (y miren que hay donde escoger), justo hasta que no les quedó más remedio que enseñarle la puerta de salida. ¿Y con ese portentoso bagaje va el iluminado de turno (por otro nombre José Luis Sáez, no se me vaya a olvidar nombrarlo) y decide que es la persona idónea para regir los des(a)tinos de esta selección? Argumento irreprochable donde los haya, vamos a ponerles a estas criaturas un entrenador contemporizador y poco intervencionista, no vaya ser que si les ponemos jefe alguno no venga. Y usted y yo sabemos que esto por desgracia no funciona así, usted y yo podemos ser extraordinarios en nuestro trabajo y tener además un elevado sentido de la responsabilidad, pero si nos ponen un jefe de paja que no nos dirija sino que nos mire probablemente haremos lo justo, y sin orden ni concierto además. Qué duda cabe, la vida sin jefes sería maravillosa, todos hemos soñado con ello alguna vez, pero sólo a los jugadores de nuestra selección les fue concedido el privilegio de convertir ese sueño en realidad. Y fueron felices y comieron perdices y demás opíparas viandas, jugaron a la pocha, cantaron juntos, zascandilearon por los pasillos y se lo pasaron chachi chupi requeteguay… hasta ayer. Querías perfil bajo, pues ahí lo tienes. Por los suelos.

Pero es que hay algo peor que equivocarte, y es ser contumaz en el error. Sostenella y no enmendalla, que decía aquel. Tropezar de nuevo con la misma piedra, aún por grande que fuera la hostia que te llevaste la primera vez. Puedo llegar a entender el nombramiento de Orenga para el Eurobasket 2013, al menos el ochenta o noventa por ciento de aficionados al baloncesto de este país no lo veíamos pero puedo llegar a entender que usted sí lo viera, usted al fin y al cabo sabe mucho más de baloncesto que nosotros, faltaría más, como corresponde a su alto rango y elevada condición. Pero eso fue antes. Después del Eurobasket 2013 seríamos ya el 99 por ciento de aficionados de este país los que no veíamos a Orenga (ni en pintura, y nunca mejor dicho), y aún me quedaré corto. Se ganó el bronce, se nos vendió como un éxito (sin Pau, sin Navarro, sin Ibaka, a ver a qué más podíamos aspirar), puede que numéricamente así lo fuera pero más allá de los números y de las medallas están las sensaciones. Y éstas nos mostraron partido tras partido a un equipo mal preparado física, técnica y psicológicamente, un equipo incapaz de administrar sus exiguas fuerzas, que arrasaba en los tres primeros cuartos para luego hundirse irremisiblemente en el último, que no sabía remar contra corriente ni era capaz de manejar finales apretados fueran éstos contra quien fueran, así una y otra y otra vez… Las señales parecían evidentes para cualquiera que quisiera verlas pero usted nada, usted erre que erre (nada que ver con Ricky & Rudy en este caso). No queríais Orenga, pues toma, dos tazas. A ver si aún hay huevos para una tercera.

¿Sabe cuál es la diferencia? Que hace un año nos ganó una Francia que era un pedazo de equipo, el mismo que luego sería campeón, también el mismo al que habíamos ganado en 2012, 2011, 2009, tantas otras veces. Hace un año le forzamos una prórroga a la Francia de Tony Parker, en cambio este año no hemos visto ni de lejos a una Francia sin Parker, sin Nando de Colo, sin Joakim Noah, sin Michael Pietrus, sin Ronny Turiaf, sin Kevin Seraphin, sin Alexis Ajinça, sin Ian Mahinmi, si quieren sigo que aún me dejaré alguno. Una Francia light, probablemente la selección francesa con peor pronóstico en un campeonato internacional de los últimos quince años. Pero una Francia con entrenador, fíjense qué cosa más curiosa, una Francia con un pedazo de técnico llamado Vincent Collet que nos conoce como si nos hubiera parido, que nos tiene estudiados hasta la náusea y que debió pasarse las horas previas al partido ensayando mil y una maneras de explotar nuestras debilidades: cómo dejarnos en inferioridad en todos sus picanroles, como invertir e invertir hasta que en uno u otro lado hubiera un tío solo, cómo cortocircuitarnos todo nuestro ataque, cómo negarnos todos los rebotes. Lo que viene siendo preparar un partido, hasta el hartazgo si es preciso. Claro está, ellos tenían que prepararlo, nosotros para qué, si ya sabemos de sobra que somos mejores que ellos, si ya les ganamos de paliza el otro día, si no tenemos nada de que preocuparnos, que se preocupen ellos si se quieren preocupar, nosotros a lo nuestro. Una sesioncilla suave, un permiso de paternidad, algún pasatiempo lúdico-festivo y a otra cosa mariposa, no se nos vayan a cansar.

Claro que si no queríamos que se cansaran a lo mejor podríamos haberlo pensado antes. Haberlo pensado en todos esos días en que ganábamos de treinta y aún así manteníamos a todos los pesos pesados sobre la cancha hasta que quedaban apenas tres minutos, no fuera a ser que nos vinieran a remontar. Haberlo pensado el día de Serbia, que no nos jugábamos absolutamente nada ni ellos tampoco, que el sentido común (el menos común de los sentidos) dictaba meter como titulares a Felipe, Claver y Abrines y darles treinta minutos pero nosotros nada, nosotros con toda la artillería desde el principio hasta el final para que supieran con quién se estaban jugando los cuartos, puras salvas de artificio, luego ya nos iremos por las patas abajo cuando toque jugárselos de verdad. Si no queríamos que se cansaran a lo mejor pudimos caer antes en la cuenta de que los baqueteados cuerpos de 34 años ya no responden como los de 22, es ley de vida. Pero si no caímos y ahora ya les tenemos cansados siempre quedaría la opción de activar el plan B: que Diaw se está quedando una y otra vez en superioridad y nos está crujiendo desde fuera, que Marc está como si no estuviera, que Ibaka parece al borde de un ataque de nervios, que no cogemos un puto rebote y los pocos que cogemos nos los quitan de las manos… pues a ver si es que ha llegado el momento de darle por fin una oportunidad a un tal Felipe Reyes, que no es precisamente un novillero a punto de confirmar la alternativa como Abrines ni un ente etéreo como Claver, que no es un fino estilista como alguno de los que le preceden pero está más que harto de fajarse en cienmil batallas como ésta, que en un partido que se juega en las trincheras será difícil encontrar otro mejor. Claro que para activar el plan B primero hace falta tenerlo. No digo que no lo hubiera, no lo sé ni soy quién para saberlo. Sólo digo que si lo había se esforzaron muy concienzudamente en disimularlo.

Hay derrotas y derrotas. Suelo decir que la alegría por una victoria nos puede quedar para siempre pero la tristeza tras una derrota nunca debería durarnos más de cinco minutos. Porque la vida es mucho más que baloncesto, porque todos tenemos cosas mucho más importantes en que pensar más allá de un mero partido, sea éste cual sea. Suelo decirlo y además suelo cumplirlo… el 99 por ciento de las veces. Porque hay derrotas y derrotas, porque hay algunas (muy pocas, afortunadamente) que se te enquistan y se te quedan para toda la vida en tu interior. Esta es una de ellas, evidentemente. Desde aquel infausto chinazo en el Mundial de Canadá’1994 no había vuelto yo a sentir esta amargura por un resultado de la selección (y fuera de la selección tampoco, exceptuando el presunto descenso estudiantil). Nunca. Ni con las derrotas griegas de 1995 y 1998, ni con las finales perdidas en 1999, 2003 y 2007 (al fin y al cabo éramos finalistas), ni con la durísima eliminación ante USA en los cuartos de final de Atenas 2004, ni con el triplazo de Teodosic en 2010, ni con la prórroga ante Francia del pasado año… Nunca, nunca desde aquel chinazo que marcó (mucho más que el angolazo de dos años antes) un antes y un después. Como lo marcará esta derrota que algún día no lejano nos atreveremos a llamar franciazo. Aunque ni de lejos sea lo mismo, aunque Francia en ningún caso pueda compararse a aquella China o a aquella Angola. Pero tampoco veníamos entonces de donde vinimos ahora, ahora nos hemos pasado todo el Torneo sin otra preocupación que la de si seríamos o no capaces de ganar la Final a los yanquis como si ya estuviéramos en ella, ahora fuimos al Palacio como a una fiesta campestre, como si la única duda no fuera si íbamos a ganar sino de cuánto íbamos a ganar, como si no jugáramos contra nadie sino contra nosotros mismos (y quizá fuera así). Íbamos tan de favoritos, tan creídos, tan sobrados, tan de anfitriones (miren que se lo advertí, que la condición de anfitriones casi siempre acaba resultándonos contraproducente, a nosotros y casi a cualquiera), tan de chulos por la vida, tan de españoles en suma… Ya saben, hay una España envidiada por el mundo, soy español a qué quieres que te gane y demás fanfarronadas propias de nuevo rico (en términos estrictamente deportivos, entiéndase) que nunca tuvo donde caerse muerto, que un día de repente ganó cuatro cosas y a partir de ahí se creyó el amo del cortijo como si en verdad lo fuera. Somos campeones del mundo en vender pieles de oso, nada más que en eso, luego es el oso quien nos mata y además se regodea, con todo merecimiento. Somos campeones del mundo en generar vanas expectativas, así más dura será la caída. Lo está siendo.

¿Y saben qué es lo peor? Lo peor es haber dilapidado con todas estas tonterías los dos últimos años buenos que le quedaban a esta maravillosa generación. Como si diera lo mismo, como si el talento nos saliera a borbotones de debajo de las piedras, como si no hubiéramos necesitado toda una vida para tener una generación así… Se acabo. Es el fin de una era. Y fíjense que no digo fin de ciclo, que ése más o menos lo dábamos ya por descontado ganáramos o perdiéramos. Digo fin de una era, digo fin de la ilusión por esta selección que es tanto como decir fin de la ilusión por el baloncesto, en el supuesto de que aún quedara algo de ella. Echen cuentas, entre jubilados, sabáticos y desencantados en 2015 no nos reconocerá ni la madre que nos parió, iremos al Eurobasket multisede a que nos pinten la cara, tanto dará quien nos (des)entrene, la consecuencia inmediata será que no obtendremos plaza para Río’2016 ni con preolímpico ni sin preolímpico, ni de coña, si tenían alguna ilusión con dicha cita vayan quitándosela de la cabeza, yo ya estoy en ello. Quizá en 2017 seamos capaces de empezar la regeneración o quizá no, quién sabe, si aquel chinazo nos costó cinco años no descarten que ahora haya que esperar más todavía. Es lo que hay, no suelo adivinar el futuro (así que no pierdan la esperanza) pero a día de hoy no sé venderles otra cosa, ustedes me disculparán si les he dado el día (aún más si cabe). Hace dos semanas convertí mis razones para el pesimismo en razones para el escepticismo, hoy ya no, hoy ya sólo me queda pesimismo. A chorros, además. Y no sé cuántos años más habrán de pasar hasta que pueda cambiar de opinión.

¿y ahora qué?   Leave a comment

¿Y ahora qué hacemos?:

Opción A) Cambiar de una vez por todas esa absurda normativa, acabar por fin con la incompatibilidad selección-ACB y nombrar a uno de tantos magníficos entrenadores como pululan por nuestra geografía, pongamos Alonso, Plaza, Martínez, Fernández, Abós, Casas, Maldonado o Vidorreta por citar sólo los primeros apellidos que se me vienen a la cabeza.

Opción B) Nombrar a un técnico extranjero que no esté entrenando ahora mismo en nuestro baloncesto pero que lo conozca suficientemente bien; así de primeras se me ocurre el nombre de Fotis y luego también el de Dusko, si bien en este último caso no sé por qué me da la sensación de que no iba a mezclar bien con alguno de nuestros más reputados jugadores…

Opción C) Nombrar a un entrenador español que esté entrenando ahora mismo en el extranjero y que a ser posible tenga nombre de árbol al que no se le puedan pedir peras (o similar): Olmos o Valdeolmillos, tanto monta monta tanto. Ambos han triunfado en Puerto Rico y México, ambos vendrán al Mundial con sus respectivas selecciones, no será fácil sacarlos de allí.

Opción D) Nombrar a un entrenador español que no esté ahora mismo en activo. ¿Pero quién? Monsalve no creo que tenga ya cuerpo para meterse en un fregao de semejante envergadura, Julbe lleva ya un tiempo sin ejercer, la mera mención del nombre de Pepu provoca retortijones en los intestinos del señor Sáez, Hussein ya ni sé por dónde andará, Pesquera ni pensarlo, Casimiro… Casimiro podría ser una muy buena opción (o a mí me gustaría, al menos), ahí se la dejo para lo que gusten mandar.

Opción E) Continuismo parcial, es decir, dejar la selección en manos de Jaume Ponsarnau. ¿Por qué no? Ha entrenado durante varias temporadas, conoce este negocio, ya este mismo año habría sido mucho más lógico tenerle a él de principal y a Orenga de asistente que no al revés…

Opcion F) Continuismo interruptus o lo que viene siendo lo mismo, nombrar de nuevo a Scariolo, para lo cual obviamente tendría que dejar su cargo en el Baskonia… en el dudoso supuesto de que el verano que viene siga siendo aún entrenador del Baskonia, que estará por ver. Yo no lo haría, que dicen que segundas partes nunca fueron buenas. No tentemos a la suerte.

Opción G) Continuismo total, es decir, seguir con Orenga. Ahora mismo casi nos tiemblan las piernas ante esta posibilidad, pero conociendo como conozco a mis clásicos, créanme que no me extrañaría…

Y por último, Opción H) Tanto como se nos llena la boca hablando de autogestión, de técnicos de perfil bajo para dejarles hacer lo que quieran, de que se entrenan solos… No, obviamente no lo estoy proponiendo en serio ni creo que a nadie en su sano juicio se le ocurriera proponerlo, pero reconózcanme que estaría curioso, mirad chicos, ahí os quedáis, apañároslas vosotros mismos. Quizás así entenderíamos que a veces utilizamos algunas palabras demasiado a la ligera, que las cosas no siempre son tan fáciles por dentro como a menudo nos parecen desde fuera…

orchiesazo   Leave a comment

No es nada fácil ganar un partido decisivo en campo contrario. Podrás ganar batallas, cómo no, pero ya otra cosa será ir a ganar precisamente la batalla decisiva de una guerra cuando encima te toca pelearla en territorio hostil. No es nada fácil, dígaselo usted a todos los que jugaron en cancha ajena un quinto partido de playoffs ACB o un séptimo de playoffs NBA, dígaselo a los Spurs o aún antes a los Pacers, dígaselo al Barça de este año o al Madrid y al Baskonia de la temporada pasada, tantos otros. No es nada fácil lo que hicieron hace algunas semanas Granca o CAI, ganar a domicilio el tercer partido de una serie al mejor de tres, y eso todavía otorga más mérito a su hazaña. ¿Y si es a 1? ¿Y si se trata de una final directa disputada en el territorio de uno de los contendientes, con casi todo el público animando sin parar a ese mismo contendiente? No, no me pongan el ejemplo de alguna Final de Copa del Rey más o menos reciente así en baloncesto como en fútbol, no me vale (o no del todo), el escenario podría ser parcial pero el reparto de entradas hacía que el público fuera más o menos neutral. Como tampoco me vale el ejemplo de la Final de aquel Eurobasket de 2007, España-Rusia, que ahí el público no era neutral pero el trabajo de Sáez llenando el Palacio de mullidos sofás para regalárselos al famoseo consiguió que lo pareciera. No es nada fácil, dígaselo a la selección de fútbol lo fácil que es, sospecho que a estas horas ya debieron darse cuenta. Dicen que no importa el ruido ni la presión ni el ambiente, dicen que jamás un aficionado metió nunca una canasta (y si lo hizo debieron anulársela), dicen muchas cosas pero a la hora de la verdad la historia nos deja múltiples evidencias de lo contrario, de lo duro que resulta tener que acabar jugándote la vida precisamente en la casa del rival. A no ser que…

A no ser que te llames Alba Torrens (algunos aún se empeñan en escribir Torrent como si fuera un pueblo de Valencia o un personaje de Santiago Segura), que seas seda pura, que el baloncesto se te salga por los poros, que haya más talento en esas piernas y esas caderas que en el noventa por ciento de los jugadores ACB, y créanme que aún me quedaré corto en el porcentaje. O a no ser que te llames Sancho Tracy Constance Lyttle, vaya usted a saber qué se les pasaría a sus padres por la cabeza para ponerle ese primer nombre tan contradictorio como premonitorio, quién le iba a decir durante su infancia y su adolescencia en San Vicente y Las Granadinas (uno de esos países de los que sólo nos acordamos en las ceremonias de apertura de los Juegos) o durante su formación en Houston (Universidad de) que un día acabaría representando a un lejano país rojo y amarillo, y disfrutándolo, y sintiéndose además (o pareciéndolo, al menos) tremendamente orgullosa de hacerlo. O a no ser que te llames Laia Palau, nunca parecieron tan alegres esos ojos tristes; o Silvia Domínguez, la base de bolsillo, acaso el secreto mejor guardado de esta selección; o las otras joyas de la corona, Marta Xargay (qué maravilla de Torneo), Cristina Ouviña (qué final de Torneo), Cindy Lima (qué Final), Laura Nichols, Laura Gil (qué presencia) o esa Queralt Casas de la que ya sabemos desde hace años que el futuro es suyo. O a no ser que te llames Amaya Valdemoro (Valdem-ORO le dicen ahora) o Elisa Aguilar, si lo dices que dejar que sea así, por dios, precisamente así, con un pedazo del metal más preciado entre los dientes. A no ser que además de ser tan buenas (que lo sois, mejores que nunca) tengáis aún esa innata capacidad de dejaros la vida si es preciso, de devolverles la presión a las de enfrente y ponérsela en contra, de poner a un pabellón entero del revés. Como hace diez o veinte años, como ayer, como mañana, como siempre.

Este oro es vuestro pero no es sólo vuestro, no creáis, de alguna manera es también de Betty Cebrián, Marina Ferragut, Luci Pascua, Anna Montañana, Anna Cruz, Nuria Martínez, Marta Fernández (sí, también Marta Fernández, por supuesto, sólo faltaría), tantas otras que ahora mismo no se me vienen a la cabeza pero que también fueron alma, corazón y vida de este equipo durante todos estos años. Es también por supuesto de Isa Sánchez, la cara opuesta de Laia (esa sonrisa eterna, esa cara transmitiendo siempre alegría aunque no siempre esté alegre), ayer por sus triples, hoy por su impagable trabajo a la vera de Mondelo. Mondelo, Lucas Mondelo, tan buen entrenador como motivador, algunas de sus frases de este Torneo quedarán ya para la historia y eso que esta historia no ha hecho sino comenzar, este oro es también suyo y es de todo su cuerpo técnico, es de todos los que estuvieron como es también de todas las que se fueron y de todas las que vendrán (Leonor, te esperamos como agua de mayo en Turquía 2014). Y este oro es también (y sobre todo) de toda esa gente que sigue y apoya en silencio durante todo el año al baloncesto femenino, de toda esa gente que se merece esta felicidad más que nadie y que es además capaz de disfrutarla sin pedir cuentas a nadie [por contraposición a cierto sector que decidió aprovechar los minutos posteriores a la gran Final para convertir twitter en una especie de ajuste de cuentas, como si sólo ellos fueron los depositarios exclusivos de este baloncesto (dime de qué presumes y te diré de qué careces), como si aquellos que sólo lo miramos en estos trances debiéramos pagar por ello, como si no tuviéramos bastante con nuestros remordimientos como para tener que administrar también los reproches de los demás]. Lo dije y lo repetiré cuantas veces sea necesario, tenemos una selección femenina que no nos la merecemos, aunque sólo sea por el poco caso que les hacemos durante el resto del año. Y el que esté libre de pecado que tire la primera piedra, como dicen que dijo aquél.

Probablemente anoche nuestros mal llamados diarios deportivos (sería mucho más correcto hablar de diarios futbolísticos) tendrían ya preparada para la ocasión su enorme portada a doble página con el titular MARACANAZO llenándolo todo de esquina a esquina, portada y titular que obviamente y por desgracia se tuvieron que comer. En su defecto tampoco se complicaron mucho la vida, los dos igualitos cual si se plagiaran el uno al otro o se practicaran mutuamente espionaje industrial, VOLVEREMOS, periodismo puro como si dijéramos, algo que no es noticia ni información ni tan siquiera opinión sino una mera declaración de intenciones. Pues vale, pero mientras volvemos quizá no esté de más que de vez en cuando también informemos, que miremos hacia otros sitios, que reparemos en que aquello que no consiguió la selección de fútbol (ningún reproche, alguna vez tenían que perder) sí lo logró la selección femenina de baloncesto, poner una pica en Flandes (o casi), ganar su Final y hacerlo además en territorio adverso (que no hostil). Merecían algo más que un trozo de mancheta o que una esquina imperceptible en el último rincón de la portada, merecían algo más que treinta segundos de mención (sin imágenes siquiera) en algún informativo de televisión. Merecían y merecen nuestra admiración y nuestro aplauso, pero también (y sobre todo) nuestro respeto. Ya que tanto se nos llena la boca con los éxitos de nuestros deportistas (especialmente si son en Francia y contra Francia, como es el caso) no estará de más que los valoremos cuando lo merecen en lugar de arrinconarlos en un cajón para luego acordarnos de ellos sólo cuando nos conviene, si acaso para restregárselos por la cara al de enfrente. Ya que se quedaron con ganas de maracanazo bien podrían haber acuñado el orchiesazo, no suena igual pero es lo mismo, el reconocimiento a un Torneo extraordinario y a una impagable victoria en campo contrario, el recuerdo a esa pequeña localidad francesa casi fronteriza con Bélgica a la que ayer (a su pesar) le tocó vivir uno de los mayores éxitos que este año dará nuestro deporte. Algunos difícilmente lo olvidaremos en lo que nos quede de vida (o de memoria); ustedes hagan lo que quieran.