EL AGUJERO   8 comments

Leí aquella historia en Slam, debió ser como a comienzos del presente siglo. John Thompson (el mítico John Thompson de toda la vida, el sumo hacedor de pívots como Ewing, Mourning o Mutombo) andaba ya jubilado tras su larga etapa en Georgetown; en cambio su hijo John Thompson III empezaba a labrarse una dura carrera como entrenador, aún no en los Hoyas sino en la más modesta (si bien no con menos tradición baloncestística) Universidad de Princeton. Cuentan que el hijo por aquel entonces andaba un tanto desazonado, razón por la cual decidió recurrir a la sabiduría de su amado progenitor:JThompson papá, creo que tengo equipo para aspirar al trono de la Ivy League, tengo buenos bases y aleros, buenos pasadores, tiradores y defensores, tengo casi todo pero me falta sólo un pequeño detalle: no tengo pívot, ninguno. Dime papá, qué puedo hacer, qué sistemas puedo implementar, qué estrategias puedo llevar a cabo, qué solución hay… La lacónica respuesta de su padre quizá no fue la que él esperaba, pero desde luego que el consejo no dejó lugar a dudas: consigue un pívot. Sin más.

No ha pasado mucho tiempo, apenas década y media (ayer, como quien dice), y sin embargo parece como si estuviéramos hablando de la prehistoria. Hoy ya nadie va a John Thompson a decirle coach, no tengo pívot, qué puedo hacer, hoy más bien irán a otros (pongan aquí el nombre que quieran) a preguntarles exactamente lo contrario, coach, tengo un pívot, un tío enorme y con muy buenos fundamentos pero que no abandona jamás las proximidades del aro, por favor coach, dígame qué puedo hacer, dígame cómo me las apaño para sacarlo de ahí… Y probablemente la respuesta de alguno no sería menos lacónica que la del Coach Thompson, si bien en un sentido diametralmente opuesto: no lo pongas, déjalo en el banquillo. Asunto resuelto.

Cómo hemos cambiado. Nos enseñaron que quien tiene un pívot tiene un tesoro, nos repitieron que los equipos se construyen desde el centro, a partir del cinco, a partir de Russell, Chamberlain, Abdul-Jabbar, Ewing, Robinson, Olajuwon, O’Neal. No por casualidad los Blazers escogieron a Bowie antes que a Jordan en el famoso draft de 1984, acaso una de las decisiones más justamente denostadas de la historia pero que en el baloncesto de aquellos tiempos (de casi todos los tiempos) tenía todo el sentido del mundo: escoltas anotadores hay muchos, en cambio los cénters dominantes se pueden contar con los dedos de una mano,top5 pillémonos al mejor que haya disponible y construyamos a partir de ahí. Sabían lo que querían, otra cosa ya es que se equivocaran de medio a medio en su evaluación del talento (y la salud) de cada jugador. Pero en aquel entonces las cosas eran así.

Y no hace tanto que seguían siendo así, no hace tanto (diez años, para ser exactos) que esos mismos Blazers escogían a Oden por encima de Durant, otra vez la cagaron (otra vez la salud, también) pero esa no es la cuestión. La cuestión es que hace una década aún se prefería la carne interior a la exterior (aún por larga que ésta fuera), aún quien tenía un pívot tenía un tesoro, aún algún comentarista encontraba una carencia en algún juego interior y te decía despectivamente que esto es lo que en USA llaman equipo donut, porque tiene un agujero en el centro. Hoy ese agujero se ha hecho más y más grande, se ha institucionalizado pero eso sí, como queda feo llamarlo agujero preferimos llamarlo spacing que queda mucho más bonito, dónde va a parar. Spacing, nada nuevo bajo el sol, ya el añorado Manel Comas en sus comentarios televisivos solía a menudo decir que el baloncesto es un juego de espacios, cosa obvia por otra parte; lo novedoso en todo caso sería la manera de utilizarlos. En ese sentido el actual spacing vendría a ser (simplifico deliberadamente el tema) algo así como la capacidad de abrir los ataques para que se abran también las defensas, sacándolas de su hábitat natural de los alrededores de la zona para generar grandes espacios (valga la redundancia) por los que penetrar. Me dirán que la definición me ha quedado un poco pedestre y que el spacing es mucho más que eso (afortunadamente) pero qué le voy a hacer, no soy técnico sino un mero aficionado, es lo que hay, no doy mucho más de sí.

No hace mucho leía que hoy el baloncesto básicamente consiste en un tío que la sube, otro que le bloquea y los otros tres que esperan al otro lado de la raya del triple a ver si les llega el balón. Sentencia simplista donde las haya, pero que si me apuran la podemos hacer aún más simple todavía: antes el que bloqueaba continuaba casi siempre hacia adentro, hoy continúa cada vez más hacia afuera, hoy se lleva mucho más el pop que el roll. Es curioso, no hace tanto que (algunos) despotricábamos del cuatro abierto pensando que acaso fuera una moda pasajera, y ahora en cambio ya hemos entrado de lleno en la moda del cinco abierto. Y porque no hay más.

Les contaré otra historia reciente (será breve, no huyan) de baloncesto universitario, que ya saben que me pierde. Hace un par de años los Hoosiers de Indiana tenían un equipo sin prácticamente ningún jugador interior, razón por la cual su técnico Tom Crean implementó sabiamente un sistema que generaba un montón de espacios para así aprovechar las cualidades de sus incisivos jugadores exteriores. En cambio al año siguiente llegó por fin el pívot que necesitaban, Thomas Bryant:Crean físicamente imponente, técnicamente bien dotado y psíquicamente muy mal amueblado (pero eso no viene al caso). ¿Creerán entonces que Tom Crean adaptó sus sistemas ante el novedoso hecho de contar por fin con un cénter dominante (rara avis, tanto más en NCAA) en sus filas? Pues no, más bien sucedió todo lo contrario, más bien fue Bryant quien se tuvo que adaptar a jugar mucho más fuera que dentro durante sus dos temporadas en Bloomington. Indiana era un equipo muy divertido de ver como casi cualquiera que practica el (mal llamado) small ball, pero que me lo pasara en grande viéndolo no significa que no me doliera el desperdicio (en mi opinión, habrá quien piense todo lo contrario) de esa ausencia interior. Esta pasada primavera Thomas Bryant se presentó al draft (fue escogido en el puesto 42 por los Lakers, que en el pecado llevarán la penitencia), y seguro que no serán pocos los que crean que el haber jugado por fuera le va a venir de perlas de cara a su carrera profesional. Pero yo más bien veo a un jugador sumamente desorientado (ya les dije que su coco tampoco ayuda) que a estas alturas ya ni sabe lo que es, que ya no es ni chicha ni limoná (signifique eso lo que signifique). Y este es sólo un ejemplo, el primero que se me ha venido a la cabeza. Podría ponerlos a miles, y (obviamente) no sólo de NCAA.

Lo llaman small ball y no lo es. No nos equivoquemos, no es una cuestión de tamaño sino de lo que se sepa hacer con él. Los centímetros, así de alto como de ancho (es decir, de envergadura), siguen valiendo su peso en oro, cuantos más mejor… siempre y cuando no te inmovilicen, siempre y cuando no te aten a la zona ni te pongan a jugar de espaldas. Hoy se cotiza la velocidad a campo abierto, la versatilidad para defender indistintamente a interiores y exteriores, el desplazamiento lateral, el primer paso para atacar de fuera a dentro, la muñeca. Sobre todo la muñeca, cuanto más lejos mejor. Hoy ya no te piden shaquilles ni olajuwones sino clones de aquel adelantado a su tiempo que fue Kevin Garnett. Hoy apenas quedan cincos, casi no hay ni cuatros, aquellos que llamamos cincos o cuatros abiertos en realidad no son más que especímenes más desarrollados y evolucionados del tres.

¿Exagero? Probablemente, pero aún así les agradeceré que echen conmigo una ojeada a alguno de los pívots más reputados del momento. Pongamos por ejemplo al gran Karlito, Karl-Anthony Towns: unos fundamentos técnicos depuradísimos, unas condiciones atléticas sobresalientes, un talento innato… que sin embargo no sería el jugador que es (y no digamos el que va a ser) si no hubiera hecho del triple parte esencial e indispensable de su juego.embiid O pongamos Joel Embiid, que nos enamoró en la Universidad de Kansas (y aún antes, en el McDonald’s All American) gracias a un juego de pies de espaldas al aro como no habíamos visto (casi) desde Olajuwon, pero que hoy (es decir, en lo poco que hemos podido verle tras su eterna lesión) tira ya triples como si no hubiera trabajado en otra cosa durante los largos meses que pasó en el dique seco. O pongamos sin ir más lejos a nuestro Marc Gasol, el cénter por antonomasia, acaso el cinco más cinco que podamos encontrar hoy en día en el mercado… y que sin embargo (a la fuerza ahorcan) también ha incorporado recientemente el triple a su ya de por sí selecto repertorio. Y no hablemos ya de Ibaka: ¿recuerdan cuando pontificábamos que Scariolo siempre preferiría para la selección a Mirotic porque le privaban los cuatros abiertos? Así es y así va a seguir siendo, pero ese argumento hace ya tiempo que se nos quedó obsoleto: hoy Ibaka en ataque es ya casi tan cuatro abierto como Mirotic. Que ya es decir.

Pero el problema (si es que es un problema) no son los triples, ojalá fuera tan simple como eso. Me dirán que pívots que tiraron triples siempre hubo, y muy probablemente me traerán a colación al gran Arvydas. Por supuesto que sí, Sabonis tiraba de fuera con inusitado acierto del mismo modo que pasaba el balón como los propios ángeles, fruto todo ello de su formación como base antes de pegar el estirón. Pero ello no le impedía desenvolverse como pez en el agua por la zona, mirar el juego de espaldas al aro o restregarse contra sus rivales cuando fuera menester. Su tiro exterior era UN recurso (para momentos muy puntuales), no EL recurso. Me dirán que como Marc, exactamente lo mismo, pero permítanme que establezca una sutil diferenciación: Sabonis lo llevaba de serie, Marc lo ha tenido que implementar, casi como una mera cuestión de supervivencia profesional.

Insisto, el problema NO son los triples, el problema es que de tanto tirar triples nos acabemos olvidando de casi todo lo demás. Soy casi prehistórico (y prehistérico), crecí en un tiempo en el que sólo se televisaban los partidos de Copa de Europa del Madrid o lo que es casi lo mismo, crecí viendo lanzar ganchos a Clifford Luyk. Gancho de Luyk, decía el Héctor Quiroga de turno, y a mí que era un crío que aún no sabía nada de baloncesto (tampoco es que ahora sepa mucho más) aquel me parecía un tiro casi indefendible: si te lo lanzan así como de medio lado, desde más arriba de la coronilla y con la mano más alejada del aro, pues a ver cómo paras eso.nba_jabbarhooks_800 Luego vimos mundo, descubrimos el skyhook de Jabbar y hasta el baby hook de Magic, conocimos incluso a un pívot eminentemente defensivo llamado Dikembe Mutombo que en ataque vivía casi exclusivamente del gancho porque era casi lo único que sabía hacer. Y ya. Recuerdo unas declaraciones que le leí hace quince o veinte años a un mítico pívot ex céltico llamado Dave Cowens, en aquel entonces entrenador de los Warriors, en las que se lamentaba precisamente de eso, de que un recurso tan efectivo como el gancho se encontrara prácticamente en peligro de extinción. Hoy ya no es que esté en peligro de extinción, hoy ya es que cuando vemos (si es que alguna vez lo vemos) a un pívot hacer un gancho casi nos entran ganas de abalanzarnos sobre la pista o la pantalla del televisor a darle un beso en los morros. Y ello aunque sea del equipo rival.

Casi hemos perdido el gancho y no tardará en llegar el día en que perdamos también el juego de pies de espaldas al aro. Pívot como su propio nombre indica viene de pivote, de pivotar, casi la esencia misma de este juego. A algunos aún se nos caen las lágrimas al recordar la maravillosa plasticidad de Hakeem Olajuwon, aquel a quien Montes llamaba (y muy pocos apodos habrá más descriptivos) el Bailarín de Claqué del Cotton Club. Pura poesía en movimiento. Hoy (poco más de dos décadas después) esos movimientos son casi pieza de museo, recuerdos de un pasado que nunca más ha de volver que decía la copla. Hoy son patrimonio casi exclusivo de gasoles y demás veteranos formados casi en las postrimerías del pasado siglo, por eso cuando en la universidad se nos apareció el antes mencionado Embiid haciendo olajuwonadas a diestro y siniestro algunos románticos de esto pensamos que quién sabe, tal vez no estuviera todo perdido, quizás aún hubiera esperanza. Esperemos que sus rodillas y sus técnicos no nos la quiten.

Tampoco hace falta irnos tan lejos, miremos por ejemplo el caso de Germán Gabriel. Su entrenador en aquellos maravillosos Juniors de Oro de Lisboa, Charly Sainz de Aja, lo definía en aquel entonces como el mejor, y créanme que lo era (junto con Navarro y Raül López, si bien por motivos radicalmente diferentes): unos fundamentos incomparables, un juego de pies casi impagable en un chaval que aún no había cumplido los diecinueve. El futuro era suyo, pero cuando se convirtió en presente resultó que éste tenía otros planes. O que los tenían sus entrenadores, más bien.gabriel Como tantas otras veces repararon mucho más en sus carencias que en sus virtudes, y a partir de ahí o bien no le dieron bola (no fueron pocos) o bien intentaron convertirlo en lo que no era. Y lo consiguieron, claro. Si quería sobrevivir en esta jungla tendría que ejercer de cuatro abierto, un cuatro abierto full time al que parecía habérsele prohibido pisar la pintura como si ésta produjera urticaria. Germán salía, metía sus triples, volvía al banquillo, volvía a salir, volvía a meter sus triples y así sucesivamente, de repente convertido en mero especialista, nada que ver con aquel otro Germán Gabriel que algunos habíamos conocido y que nunca acabábamos de echar de menos. Sólo en las postrimerías de su carrera, liberado por fin de ataduras (y con un físico mucho mejor trabajado, también), el Germán del pasado y el del presente volvieron a darse la mano para devolvernos por fin al jugador total, el que te mataba desde el triple pero te podía masacrar también con un reverso o un pivote inverosímil sobre la zona. Y no fueron pocos los que se creyeron la película al contrario, fíjate, cómo ha trabajado, a su buena mano ha añadido también un magnífico juego de pies… Y una leche. Añadió (antes) la mano, los pies siempre estuvieron. Aunque no se los dejaran enseñar.

En cualquier caso en Europa el agujero aún no es tan grande como en USA, justo será reconocerlo. En Europa aún paladeamos talentos interiores como los de Bourousis o Dubljevic, (cito simplemente los dos primeros que se me vienen a la cabeza), dos tíos old school… que sí, que también tiran (y meten) triples cuando se tercia, pero exactamente eso, sólo cuando se tercia, sólo cuando lo exige el guión. Su juego es de espaldas, de espaldas te ganan partidos y emeuvepés y hasta campeonatos. Como te los gana también otra estirpe de pívots, tíos como Ayón o Udoh que apenas salen de la zona, si acaso lo justo para que no les piten tres segundos. Sí, claro, me dirán que en USA también hay de esos (el propio Udoh, en breve), en USA hay de todo pero otra cosa ya es la importancia que se tenga o la trascendencia que se le dé. En Europa un pívot dominante aún puede ser (suele ser, de hecho) jugador franquicia, en USA aún podrá serlo siempre y cuando sepa hacer otras cosas, si no ni de coña. Un peón de rotación o un mero complemento, alguien que se faje ahí dentro y ponga buenos bloqueos a mayor gloria del tirador.

No resulta difícil imaginar que así serán las cosas también en Europa, más tarde o más temprano. Afortunadamente aquí aún no parecen haber llegado (pero se les espera) las famosas estadísticas avanzadas, ésas según las cuales (vuelvo a simplificar deliberadamente el tema) sólo saldrían a cuenta las bandejas y los triples,epv-chart-features por razones obvias: con las bandejas (quien dice bandejas dice también mates, canastas desde debajo o desde encima mismo del aro, escoja usted la versión que prefiera) minimizas el riesgo (perogrullada); con los triples maximizas el resultado ya que cada acierto te proporciona un cincuenta por ciento más de rédito al obtener tres puntos en vez de dos (perogrullada aún mayor si cabe). De acuerdo con esta teoría estarían llamados a desaparecer los tiros comprendidos en un rango de (pongamos) tres a seis metros del aro, por razones que hasta un ceporro estadístico como yo podría llegar a entender: suponen un riesgo similar al del triple, total para sacar el mismo rendimiento (dos puntos) que si tiraras una bandeja; ergo no compensa. Bajo estos parámetros no es ya que te sobren muchos hombres grandes, ya es que hasta un tío como Nikos Gallis lo tendría francamente difícil para sobrevivir en el baloncesto de hoy.

Así que ya saben: movilidad, flexibilidad, versatilidad, buena mano y buenos alimentos, y el tronco quitémonoslo cuanto antes de ahí para que no estorbe. Algunos crecimos creyendo en el sacrosanto principio del equilibrio, la versión baloncestera de aquella famosa manta corta futbolera: ya saben, si te tapas la cabeza te destapas los pies y viceversa. En fútbol se plantea en términos de ataque/defensa pero en baloncesto iría más en el sentido de juego interior/juego exterior: si sobrecargas el uno en detrimento del otro te haces previsible, facilitas la tarea a las defensas, necesitas amenazar desde dentro y desde fuera, cuanto más mejor. Creímos en eso, aún seguimos creyendo, vuelvo a recuperar a Manel Comas cuando en sus comentarios televisivos decía que en ataque al menos uno de cada tres pases ha de ser interior. Dentro-fuera, mover las defensas, hacerlas bascular, llevarlas de un lado al otro, generar ventajas para posibilitar buenas opciones de tiro, eso también es spacing. Y del mejor.

Y no digamos ya si tienes un cénter que sepa pasar, que abra el balón cuando se le cierran, que encuentre al hombre abierto incluso mejor que sus propios bases, que sea capaz incluso de distribuir desde el poste alto cual si de un director de juego encubierto se tratara.john-pinone Podría acordarme de muchos (Sabonis, forever) pero déjenme que tire de colores y me traiga a John Pinone. Un Pinone que hace pocos meses anduvo por aquí y no disimuló en absoluto su contrariedad al ver que su ex equipo del alma se había convertido en lo que tantos otros del otro lado (su lado) del charco, otra máquina de tirar triples sin a diestro y siniestro (muchos de ellos sin ton ni son) como si no hubiera un mañana, como si el baloncesto no pudiera/debiera ser también algo más (mucho más) que eso. Vivimos la dictadura del triple, seguramente harás muy bien en entregarte a ella si entrenas a los Warriors pero si entrenas al Minglanilla (un poner) cabe la posibilidad de que no dispongas de los mejores tiradores sobre la faz de la tierra, ante lo cual quizá necesites un plan B. Un plan B que en realidad no será tal plan B sino el plan A de toda la vida de dios: dársela al grande, si puede que la meta, si no puede que la saque (la pelota, no desparramemos), a partir de ahí empezar a generar. Aunque ya no se lleve.

No me gustaría que vieran esto como el típico arrebato del Abuelo Cebolleta, (pongan voz cascada) el baloncesto ya no es lo que era, los partidos ya no son como antes, cosas así. En absoluto. Quien me conoce sabe que soy un firme creyente en la filosofía de que cualquier tiempo pasado fue ANTERIOR, lo cual no significa necesariamente que fuera mejor. Me gusta el baloncesto bien jugado, lo juegue quien lo juegue (y como lo juegue), venga de donde venga. Disfruto con los Warriors, cómo no habría de disfrutar con un equipo que mueve el balón a esa velocidad y que cuenta además con Curry o Durant en sus filas. Pero disfruto también (y aún más si cabe) con los Spurs. No me preocupa tanto hacia dónde va el baloncesto como lo que nos estamos dejando de lado por el camino: una forma de entender el juego en la que los fundamentos eran aún más importantes que el atleticismo, en la que los partidos eran aún algo más que concursos de triples, en la que los pívots puros no eran aún rémoras sino perros grandes a los que alimentar. No nos dejen también sin eso, por favor. Espero que no sea demasiado tarde.

8 Respuestas a “EL AGUJERO

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  1. Llevo años diciendo exactamente eso, el triple ha de ser UN recurso no EL UNICO recurso.
    El baloncesto a mi entender involuciona y lo hace fagocitando el
    Juego de los grandes, ver a dia de hoy un simple traspies un fintar y cruzar la pierna o un movimiento de espaldas es mas complicado que pillar cacho en una discoteca ( de mi epoca of course) y cuando se conseguia era fiedton al canto

    El basket es mucho mas que tirar triplez y a mi ver a alguidn jugar sl poste me pone palote, ver 10 ataques seguidos tirando de tres… me lleva a apagar la tv

    • Tal cual. Malos tiempos para los fundamentos en general, y para los fundamentos interiores en particular. Pocas cosas hay más plásticas que un buen juego de pies de espaldas al aro… y pocas cosas hay más coñazo (en lo que a baloncesto se refiere) que un partido reconvertido en mero concurso de triples. Es el signo de los tiempos, atleticismo, tiro de tres y pare usted de contar. Y uno de los juegos más ricos técnica y tácticamente que existen lo estamos empobreciendo a pasos agigantados. Esperemos que sea sólo una moda pasajera, pero… No tiene pinta.

  2. Antes de soltar mi perola; decir que es un placer leerte. :-))

    Te dicen que es un tema, mas que hablado. Cierto.

    Y?

    Todo es monotonía, mi vida es: trabajo como y duermo. Monotonía. Cuando me dejan… hasta me bebo una birra, pero no deja de ser monotonía.

    Si hablamos de columnas Dóricas, Jónicas o Corintias (estas, son las de las pasas :+p) siempre las definirás igual.

    Y?

    Es curioso la capacidad que tiene la gente joven, para utilizar palabras que siendo usadas con movimientos displicentes (hechas por el niño «Bicente»… 2 «centes»…o pívots. Ah, no! No se llevan 😒), les hacen parecer unos jambos dabuti, que van a su blondi.

    Con su boca por troqueladora, empiezan a expulsar con fuerza su lenguaje, en su interactuación… mejor, sobreactuación, con el resto.

    Al final, son unos fekas, que buscan ronearse; o jayeres fáciles. Sobre todo los jayeres fáciles… bueno, eso sí fue «jayer»…y «jhoy»
    😛

    Es muy divertido, como palabras que parecen muy cool; te pueden dar tanto, por el mismo. Y con el «nuevo» basket…

    Todo el mundo busca ser diferente, para al final, ser un clown, no sé como se dice. Es así. No? Incluso hay uns peli: el ataque de los clownes. Todo, muy lampedusiano.

    Ahí reside la perversión. En su «clownación»

    El mancheguismo de jambo, mi querida e idolatrada madre, cuando escuchó a un pipiolillo decirlo. Le hizo gracia. Y le dijo a mi tío: mira hemos vuelto a nuestra juventud. Al pueblo. A Hellín.

    Hay veces que ciertas palabras o ciertos comportamientos, que nos parecen tan innovadores, tan «moennos», realmente no lo son tanto. De fondo suena Bob Marley. «I Shot the Sheriff»

    Como soy un puñetero ventajista, lo de la «clownacion», es como, lo del nuevo baloncesto. Nuevo rango. Nuevas atribuciones, muevo bloqueoueo y me «popeo»… todo ese «nuevo», me parece que no lo es tanto. Opinión que seguro, muchos no comparten.

    Pero es así.

    Quizás deberíamos (uso el mayestático por hacerme el importante. Qué narices!… de clown) empezar a plantearnos, no entrar en ese mundo y dejar que se produzcan las dinámicas adecuadas.

    No embeberse del contoneo de los GSW y usar los contoneos que deslumbren en base a tu criterio, o tus jugadores.

    No hago más que escuchar que un pívot ha de saber tirar de tres. Y todo Dios lo repite hasta la «suciedad». Y olvidar el juego en el poste.

    Por?

    Es cojonudo, si sus porcentajes se lo permiten, no hablaré de las virtudes que supone tener un hombre así… O dos. Ya lo has explicado, mejor que yo.

    Hablo de lo que es para mí, el basket.

    No es un tío que sólo la sepa machacar. Que salte tanto que le quite las llaves a S.Miguel y se beba 1 caja.

    Para mí el basket, no es: corro como si me persiguieran los espíritus del barco fantasma. Run&gun…ga. A lo P.Almodóvar.

    Para mí el basket, no es 1 aclarado (casi siempre se busca acabar en 1on 1), donde un jugador se luzca en el trile… o un, 2 on 2.

    Para mí el basket no consiste en un juego laxo, de seda, en defensa; para lucirme en ataque.

    Para mí, el basket, no consiste en tener tíos bajitos, que la cabeza les huela a pies, pero que las tiren desde lontananza. Hay veces que resulta deleznable.

    Para mí el basket, no consiste en tener todo, tíos altos. Armarios, de 2×2, que intimiden, sólo con su presencia. Y que te den a elegir, entre «sutto o muette»

    Pero para mí, el basket, no consiste en nada de esto… y consiste en todo, a la vez.

    Los Spurs, jugaron contra los GSW, «antigua escuela». «Big ball…of fire». No digo que hubiesen ganado, sólo digo que si KL, no se hubiese lesionado… poco debate al respecto.

    Para mí…

    SC (espero que se me corrija, si meto la pata. En mí, es muy común), ganaban a golpe de lomo y fundiendo la bombilla.

    Gonzaga, cuando se le complicaron las cosas, sacaron a las 2 tanquetas, era muy evidente como se triangulaba. Como se buscaba Karnowski y a Collins.

    Odio burdas copias, que llega a niveles de ver infantiles, tirando de a tomar por…

    En fin que no me lío, siempre me pasa igual. Suscribo todo lo que dices.

    siempre, es una delicia : -))

    Los pívots volverán. Seguro. En este juego, más que con los aciertos del contrario, tienes que saber que hacer con los errores.

    Yo quiero pivots en mi equipo y sobre todo, (peloteo, más que merecido) quiero seguir leyendo tus artículos.

    Largos de cojones, pero espero (soy un puñetero egoísta) que nunca los acortes. Es puro ingenio y conocimiento.

    Gracias!

    Salud y Pelas!

    • Joder Mot, qué maravilla. Me parece genial, me gusta mucho más tu comentario que mi propio artículo…
      Sí, me han criticado que es un tema «muy manido». Con algunos (los menos) nunca doy en el clavo, si escribo de (cierto) madridismo se me ofenden y me dicen que no les gusta mi «deriva», si escribo de esto es que está manido, etc. Tampoco es que me importe, hace mucho tiempo que entendí que no se puede gustar a todo el mundo. Afortunadamente.
      Sí, para mí el «nuevo baloncesto» tampoco lo es tanto. ¿Hemos hecho un viaje de siglo y cuarto de vida, total para acabar volviendo casi a los orígenes, sólo músculo y tiro exterior? ¿Y que pasa entonces con todos los fundamentos que creamos por el camino? Lo que para muchos es evolución para mí es involución, un mero empobrecimiento del juego. Para este viaje no hacían falta alforjas.
      Y me han gustado los ejemplos que pones de la pasada Final Four, porque es tal cual. No sólo SC o Gonzaga, caso evidente. Es que también Oregon fue lo que fue y llegó donde llegó gracias a (sobre todo) Jordan Bell (aunque la cagara en la jugada final). Y no digamos ya el propio campeón, que no lo sería sin la maravillosa aportación de Kennedy Meeks. Pívots mejores o peores pero que no tiran triples (todavía), que se fajan en ambas zonas, que dan todo lo que se espera de ellos… y que aún sirven para ganar partidos, y hasta campeonatos. Aún hay esperanza. Aunque nos la intenten quitar…
      Y me alegra que te gusten mis artículos «largos de cojones». Ya imaginarás que me lo han criticado muchas veces en estos tiempos de «comida rápida», antes intentaba corregirme pero al final he acabado por asumir que no sé hacerlo de otra forma. Prefiero contar lo que quiero contar con las palabras que quiero contarlo (sean muchas o pocas), al fin y al cabo esto es gratis, no necesito plegarme a los gustos de la mayoría. Y a estas alturas de mi vida ya no voy a cambiar…
      Eso sí, en cierta ocasión intenté «justificarme» en mi otro blog (el que no trata de baloncesto, bastante abandonado por cierto), y me salió esta especie de «apología de la causa». Te dejo el enlace, por si te queda la curiosidad:
      https://zarandajaz.wordpress.com/2016/09/14/apologia-de-la-pausa/
      Y mil gracias, Mot; por aguantarme y (sobre todo) por enriquecer con tu comentario el blog.

      • Hola de nuevo Zaid,

        te agradezco, el inmenso halago que me haces. Es un honor.

        Mi médico se Twitteará contigo. He decidido que tu halago, sea el eximente, de mis 14 kgs ganados:-D

        Gracias, por el halago! No creo merecer semejante honor. Mi comentario es eso y sólo eso. Una perolilla.

        Tus artículos, dan gozo leerlos. :-))

        Es como un pintor cuando empieza su obra, sobre el lienzo en blanco. Una vez acabada, te absorve su vórtice de belleza. Y de eso va toda esta feria. Para mí.

        Hay que buscar la pausa y disfrutar de esa belleza, en este mundo de ruido y de furia. Como dices en el artículo: Apología de la pausa.

        Ya lo había leído.

        Hiciste un artículo sobre Bobby Knight…

        Aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid (el Ebro por Zaragoza y… lo dejo. Seguro que meto la gamba), pongo un enlace sobre él. Sobre BK.

        Creo que es interesante y que entronca con tu excelente artículo.

        http://www.mundodeportivo.com/20090419/bobby-knight-900-victorias-y-solo-he-tirado-una-silla_53685229325.html

        En aquel artículo, sobre la figura de BK, te pregunté sobre si era licencia tuya, la frase: enterrar con el culo fuera para que aparcaran las bicis… más o menos era eso. Me respondiste. Miré enlaces tuyos. Descubrí este de: la Apología de la Pausa.

        Hoy en día la mayoría de la gente, hace diagnosticos rápidos y «útiles» antes, que uno «perfecto», pero fuera de tiempo.

        (…)»En uno de tus ultimos twits pusiste:
        Mi «deriva» (aparte de con la edad) tiene que ver con q cada vez me gusta menos lo que veo a mi alrededor. En twitter y en la «vida real»»(…)

        Estoy de acuerdo contigo, en que esta deriva, es tóxica. En muchos aspectos.

        Ya no es, que se lean sólo los artículos cortos. Es que sólo se leen, los titulares.

        Pongo un ejemplo como paradigma de lo que está sucediendo y acabo, que me vas a bloquear (tampoco se lleva en básquet. Se marcan 😖).

        El titular hablaba de una profesora que había sido despedida, por defender un alumno sometido a bulling.

        País?

        Por supuesto, la noticia estaba en español y todos los comentarios eran de:
        España, es un país de M. Esto sólo pasa en este país de M. Ahora ya sabéis por qué nos queremos ir de este pais de M…

        Bien! Era en una Uni, de EEUU.

        Dejé un comentario, diciendo que se leyeran el artículo. Que era en el país ese, que todo lo USA. Y no hubo oblongos a que NADIE, rectificase. Los comenrarios posteriores eran del mismo corte. Ni P. Caso!

        Dicen que las cometas se elevan más altas contra el viento, no a favor de él.

        Enhorabuena, por seguir haciéndolo como te gusta. Lo disfrutas y los demás también.

        Mientras me dejes, considero un honor poder leer lo que escribes y si te parece bien, de vez en cuando voy soltando aguna perolilla, como voy haciendo (viviendo al límite) por aquí y por «acullá»… dicen que es la fruta de la pasión…como tus artículos.

        Gracias!

        Salud y Pelas!

        Adenda
        Espero, que se vuelvan a ver titanomaquias en el poste.

      • Lo de la «deriva» fue porque un lector habitual, madridista furibundo (muy furibundo) se cabreó sobremanera conmigo por mi anterior entrada, «si yo fuera madridista», y me dijo que no le gustaba nada «mi deriva de estos últimos tiempos». Supongo que es lo que pasa cuando escribes lo que quieres decir y no lo que algunos quieren leer. Nada que no me esperara, por otra parte.

        Pero no niego que esa deriva mía exista, supongo que es un reflejo de la edad que voy teniendo (57) y sobre todo de la propia deriva que veo a mi alrededor, no ya en Twitter sino en la vida «real» (¿qué otra cosa es Twitter sino un reflejo de la vida real?)

        Y un buen ejemplo es ese que has puesto, la comida basura, el consumo vertiginoso de clics que hace que ya «no necesitemos» leer lo que hay debajo porque con ver el titular ya creemos tener suficiente. Igual que Twitter acabó comiéndose (casi) a los blogs, llegará el día en que los 140 caracteres también nos resulten largos e inventemos el «micromicrobloging». Algún día habrá una red social sólo de emoticonos, al tiempo. Qué pena.

        La frase de Knight creo que era «quiero que me entierren boca abajo para que mis enemigos puedan besarme el culo» (aunque lo de aparcar bicicletas también es otra posibilidad…) Genio y figura siempre, hasta en esa entrevista que has puesto, «yo nunca entrenaría a un equipo en el que los jugadores ganen más que el entrenador». Qué crack.

        Gracias por todo una vez más, Mot (y escribe por aquí cuando y cuanto quieras, faltaría más). Fuerte abrazo.

  3. Siempre me gustó el juego del pivot, dentro de la zona, de espaldas a canasta. Así que me uno a la desesperanza manifestada por su ausencia del baloncesto actual a la manera de toda la vida, claro.

    Si bien me temo que para que volvamos a disfrutar de su juego, además de conseguir la adecuada enseñanza de sus fundamentos (igualmente nunca pude comprender el por qué de que no se utilizase más el gancho como admirador del legendario Jabbar) dependeremos de los cambios en el reglamento, o mejor dicho de las medidas de la cancha. Hasta que no se aleje la línea de tres puntos viviremos bajo su dictadura.

    Supongo que podría seguir comentando algún detalle más al respecto, pero por no hacer excesivo este comentario, terminaré agradeciendo el texto y su debate al autor, y enhorabuena por el éxito en las redes sociales (ahora sólo faltaría que todos esos entrenadores que lo alabaron se aplicasen con el ejemplo de jugar con pivots como los de toda la vida, pero eso será ya otro cantar).

    Saludos.

    • Gracias Jorge. Como digo siempre, «yo no soy nadie» (en este mundillo, me refiero), no soy más que un mero aficionado sin más conocimientos que los que pueda tener cualquier otro aficionado. Yo «juego en otra liga», y por eso mismo me emociona especialmente que entrenadores consagrados (dos, que yo recuerde) se tomen la molestia de leérmelo y hasta de alabármelo (y hasta de retuiteármelo, incluso). Al menos los dos entrenadores a los que me refiero sí creo que mantienen aún más/menos la sana costumbre de jugar con pívots. A uno de ellos no le sigo en los últimos tiempos tanto como debiera por ejercer su profesión allende los mares, pero el recuerdo que tengo de él no me deja dudas; al otro sí lo sigo, y bien recientemente le hemos visto ganar un título con aportación decisiva de su juego interior. Evidentemente son «hijos de su tiempo» y no resulta fácil a la hora de plantear partidos mantenerse ajenos a las modas imperantes (si bien ya dije que por estos pagos esas modas no son aún tan implacables como en USA/NBA). Pero algo es algo, y creo que afortunadamente aún nos quedan entrenadores que buscan el equilibrio interior/exterior y no se entregan full time a la dictadura del triple. Esperemos que dure… Un saludo.

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